Llegó el último día de clases que tanto había deseado y con el que había soñado todas estas últimas noches, así que como todos mis compañeros me reuní en la clase decidida a recoger mis notas. Sabía que la mayoría de ellas eran buenas, pues este curso me propuse estudiar muchisimo para poder conseguir la nota necesaria y entrar en la carrera que deseo, pero había una asignatura que me había costado bastante, las matemáticas. En el último examen de matemáticas me entró todo lo que habíamos dado de segundo de bachillerato para prepararnos para selectividad y no lo hice demasiado bien, a pesar de haber estudiado más que para otras asignaturas.
-Claudia Olmedo
El profesor pronunció mi nombre, lo que provocó que dejara a un lado mis pensamientos y me acerqué con las manos temblorosas para recoger aquel pequeño papel que decidiría mi futuro.
-¡Enhorabuena, unas maravillosas notas!-repitió mi profesor.
-Gracias- pronunciaron mis labios sin apenas reaccionar por los nervios y mi mirada se posó en el cuadrante que pertenecía a la asignatura de matemáticas-¡Un siete!¡Lo he conseguido!
Me alejé rápidamente del profesor para que otros alumnos pudieran recoger sus notas y fui corriendo a ver a mi amiga Cris que estaba en la otra clase de segundo y que por lo que ayer me había contado seguramente no había corrido la misma suerte que yo.
-Cris,Cris- entré en su clase gritando, pero ella no se encontraba allí, así que le pregunté a un chico de su clase - Andrés, ¿Has visto a Cris?- sus ojos se iluminaron con solo escuchar su nombre, creo que ellos eran los únicos que no se habían dado cuenta de lo que sentían el uno por el otro.
-Se fue gritando como una loca a la cafetería- después de decir eso me sonrió y se marchó.
Esa información me alegró lo suficiente como para dirigirme a la cafetería saltando y cantando en voz baja, parecía una niña pequeña a la que le habían regalado una piruleta y que por nada del mundo le estropearían aquel día, ya que había terminado el instituto aprobando matemáticas y mi mejor amiga me acompañaría, todo esfuerzo tenía su recompensa. O eso pensaba hasta que pasé por secretaría y me encontré con Samuel.
Samuel había sido, es y será la persona de la que siempre había estado enamorada , pero había un gran problema era mi mejor amigo junto con Cris. Éramos amigos desde el colegio, pues los tres vivíamos en el mismo barrio y siempre volvíamos juntos a casa, lo que hizo que empezáramos a hablar, quedar y a contarnos todos nuestros secretos. Esa parte era la que peor llevaba, ya que había un secreto que nadie sabía ni siquiera se lo había contado a ellos y era que Samuel me gustaba, así que siempre que me preguntaban sobre los chicos decía que me gustaba alguien de mi clase y evitaba meterme en problemas con ellos.
-Claudia- me saludó nada más verme con su voz tan encantadora y se acercó para darme un abrazo, pero no era esa su intención, ya que unas palabras susurradas llegaron a mis oídos- Cada día te veo más guapa.
Mis mejillas se sonrojaron, esa era su especialidad, le encantaba hacerme esas cosas y como siempre yo no sabía que contestarle, así que me acerqué a él y le di un suave coscorrón.
-Sabes que sigo siendo la misma -dije capatando su atención de nuevo-y siempre habrá chicas mucho más guapas que yo como Cris, ella si que es guapa.
Cris era una chica de diecisiete años con el pelo moreno brillante y sus ojos eran del mismo color del caramelo, los cuales conseguían atrapar a todo el que la miraba, en cambio, yo era normalita, nunca llamaba la atención cuando había un grupo de chicas a mi alrededor.
-Ohh... Siempre estás con lo mismo... Sabes lo que pienso de ti, debes de empezar a creértelo un poco y ya verás que encuentras a alguien que lo crea también- creo que mi comentario lo había molestado porque estaba frotándose las manos como siempre hacía cuando se enfadaba, pero yo sólo había dicho la verdad- ¿Por qué no vamos a buscar a Cris y almorzamos fuera?- era una persona que siempre tenía los medios para cambiar de conversación cuando lo veía oportuno y en este momento lo necesitaba, ya que varias veces habíamos terminado discutiendo por la misma tontería.
-Vale, Andrés me dijo que estaba en la cafetería.
Ambos nos dirigimos hacia la cafetería que como siempre estaba llena de gente y empezámos a buscar a nuestra amiga para despedirnos de este último curso que se había alargado demasiado.
