𖧷ღme llevɑ lɑ chingɑdɑღ𖧷° ᭄

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-La puta madre.- Decía Mecoboy al volver de trabajar, lo único que quería  era ya poder descansar.

Los méritos que había hecho durante el día hacían que este estuviera más cansado que de costumbre, sin embargo grata sorpresa seria la que se llevaría al llegar a su hogar.

Aquel castaño no paraba de sonreír, algo que si no es anormal, tampoco es muy común.

-¿Y ahora que mierda te pasa?.-decia el peliblanco mientras lo miraba con rareza.

-Algo que te debe valer verga imbecil.

-Chupate esta.- decía mientras sacaba el tercer dedo de su mano derecha.

-Que pinche delicada eres cabron.

El castaño se dirigió a su habitación sin decir nada más, por parte del Albino sabía que algo andaba muy mal como que para ese imbecil de mierda sonreirá tanto, o al menos así sonaba en la cabeza de Mecoboy.

Sin pensarlo dos veces entro a la habitación del castaño. Al entrar vio como este tararareaba una cancion, parecía adolescente enamorada.

-¿Y ahora que chingados te pasa?.

-Algo que te DEBE VALER VERGA.

-Puta madre, no te tomaste las pastilla que están en mi cuarto ¿o si?.

-No cabron, ni si quiera sabía que habían pastillas ahí.

El  peliblanco lo miro dudoso una vez más, sin embargo el castaño seguía con esa sonrisa tan escalofriante mente tierna.

El castaño soltó un largo suspiro y con la misma sonrisa de imbecil que se traía al fin soltó cada palabra que se le ocurrió.

-Yo, Sofí, cita ahhhh.-grito como una niña emocionada.

-¿Que carajo?...

El ojiceleste Temia que fuera otro plan del contrario para hacer un ataque terrorista o explotar la casa o algo.

-Escuchame animal, si salgo lastimado o explota algo o yo que chingados se, te prometo que esta ves si voy y te denuncio.

En la mente del ojimorado tan solo se escuchaba : "cita sofi" "cita sofi".

Como el ojiceleste ya no tenía nada más que decir, simplemente salió de aquella habitación.

En sus pensamientos no paraban de recorrer dos nombres :"Darkar, Sofi".

Por algún extraño motivo sentía feo al mencionar ambos nombres juntos, ya que el hecho de tener al castaño a su lado casi toda su vida lo había hecho acostumbrarse a él  cuando digo "a el" me refiero a TODO, su aroma, su forma de ser, la firma tan peculiar de arreglar las cosas, su humor, etc.

Si bien no era el mejor de los compañeros de casa que puede haber, era el que más amaba.

Al día siguiente todo fue normal, con excepción de que Darkar no había hecho una de sus acostumbradas pendejadas.

Como todas las estudiadas tardes que tenia de existencia aun, el peliblanco llego a su casa y trato de descansar un poco.

El castaño ya estaba listo para su cita, un traje un tanto formar hacían la diferencia, aquella colonia que volvería loca a cualquier morra que se le acercara, esa sonrisa tan hermosa que siempre traía y sobre todo la seguridad que el tenía, simplemente estaba listo.

El ojiceleste trató de buscar algo que ver en la televisión, pero solo pasaban comerciales de señoras que bajan de peso en 30 segundos tomando algún jarabe o viagra o algo así.

Un aroma invadio su mente, uno particularmente peculiar, raro pero exquisito.

Fue entonces cuando lo vio...aquel cambió tan radical en el.

Por un momento sus ojos brillaron, lo vieron así, ese traje de color negro que combinaba perfectamente con su piel, todo parecía haber cambiado en el...

-...-

-Voy a salir zorra, tranquila, no lldgare tarde.

...Exepto por su actitud de mierda, claro.

-¿A-a donde hib-bas?.

-Tengo una cita imbecil.

-T-te ves bastante bien.

-No recuerdo haber pedido tu opinión pero gracias.

-Eres un estupido.- decía sonriendo el peliblanco.

Ambos se sonreían, era de esos escasos momentos en que ambos podían ser felices sin lastimarse o herirse, esos momentos valían oro puro.

-¿Cuidate quieres?.- decía con ternura el ojiceleste con un rubor en su rostro.

-Estoy más nervioso de lo que crees.

-Todo saldrá...bien... yo se que si.

Mecoboy debía admitirlo, si no fuese porque Darkar tuviera prisa, trataría de descifrar su sexualidad en ese mismo instante.

-Confiare en ti zorra.- El castaño le dedico una sonrisa...y a la vez un abrazo.

Mecoboy estaba derritiéndose por dentro.