VIII

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PASADO. 

El fin de semana había comenzado. Era viernes y los dos enamorados decidieron juntarse en casa de la chica para pasar tiempo juntos. Es así como al salir del colegio fueron directo a la casa de Estela, iban caminando de la mano y charlando sobre la clase de física. Al llegar a la pequeña casa, prepararon un rico y rápido almuerzo.

- ¡No no no, Daphne a la izquierda! - los gritos de Estela se escuchaban en su habitación mientras que Mark se encontraba viendo la televisión, acostado en la pequeña cama de ella.

- Estelaaa.- alarga la última letra de su nombre, pero seguía sin obtener repuesta. Su mirada y atención se encontraban frente a la computadora y nada más. Su escritorio estaba lleno de productos tecnológicos como un teclado, un ratón que hacían juego al compartir el negro, unos auriculares azules, una alfombrilla, y por último, que es lo más importante y el monitor.

- Termino la partida y voy, Mark. - pero eso no fue así ya que ella nunca perdió la partida.

El chico seguía aburrido en la cama, ya no veía la televisión, sino que veía sus piernas y pies, que se encontraban arriba formando una L,  mientras cantaba "When i'm gone" de Eminem. Hasta que llegó el momento en donde despertó la gran bestia, la gran pesadilla que Estela todavía no terminaba de conocer...sí, el Mark travieso llego justo en ese momento.

Se levantó de su lugar, silenciosamente su mirada y cuerpo fueron al placar y comenzó a sacar ropa tras ropa. Aunque ella no tenía tanta, era la cantidad indicada para que el chico haga un desorden tremendo. Hasta que encontró una joyita, una remera de la NBA. Era la de Pau. La idea de ponerse la camiseta no desapareció y bueno, lo hizo. Se aburrió de tocar la parte superior del placar y fue automáticamente hacia los cajones, otra gran idea.

La ropa interior de Estela estaba a la vista, sus ojos se iluminaron al ver muchos brasieres cerca y no dudó en agarrar uno. Estela al ver que él se encontraba muy tranquilo, decidió fijarse en lo que hacía. Al darse la vuelta de su silla, no encontró a Mark. Asustada lo buscó con la mirada y lo vio, perofrente al ropero.

- ¡¿Pero qué estás haciendo Tuan?!- abrió los ojos como dos sartenes, su grito se escuchó por toda la casa y Mark solo se dignó a mirarla sonriendo y entregándole algo. Ese algo eran las tiritas de los corpiños.

El panorama era así: Estela en su silla con sus ojos más que abiertos, y a un Mark en el suelo, alrededor de muchos brasieres en su falda y tiras de ellos, o las "pulseras" de diferentes colores como rojos, negros, blancos y hasta grises.

- ¿Quieres una? - pero la chica seguía en shock. Nunca se le había ocurrido semejante cosa, años usando esos tortuosos trozos de telas para no saber de ello. Solo termina moviendo la cabeza de arriba para abajo, como una respuesta positiva. - dame tu muñeca.

-Peero.- no podía ni hablar, solo se limitó a reírse a carcajadas, seguida de Mark. El chico estaba terminando de colocar la supuesta pulsera en la muñeca de la chica, lo hacía con tanta delicadeza que a la chica la mataba. Su lengua estaba fuera de su boca, solo se le veía un poco y sus dedos helados tocaban, a veces, la piel de ella.

- Listo ¿y? ¿Te gusta? - mueve sus cejas.

- Me encanta, ¿Dónde aprendiste esto?

- No es cuestión de aprender, sino de imaginar. Joey y yo lo hacíamos en el Walmart cuando nos hacíamos pasar por perdidos. Mamá nos buscaba por todo el lugar y nosotros aprovechamos y  hacíamos pulseras para jugar. ¿No estás enojada conmigo por esto? – sus ojitos miraban a los de la chica con cierta inocencia, sus labios se formaron como los de un patito y sus manos agarraron fuertemente las de ella.

:・Dear basketball・: | Mark Tuan | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora