Mi pequeña compañía

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Duendes, pequeños seres tan antiguos como la historia misma que generación tras generación se han contado sus vidas llenas de magia fabulosa y tan majestuosa. Son muy pacientes, y a la mas mínima distracción se llevan lo que necesitabas a la mano.

Son tan veloces que solo necesitan un segundo para robar tus cosas. Cuando tengas alguna mascota en casa, les darán pelea pero ellos se las arreglan fácilmente.

Si tienes interés en verlos, de descubrir su presencia en tu casa, jamás lo conseguirás puesto que ellos son muy juguetones con toda la humanidad.

Esta es la historia del como un joven conoció a su pequeña compañía.

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Un fuerte viento de otoño levantaba la arena del pavimento, bloqueando la visión de todos sin su consentimiento. Todos trataban de mantenerse bien abrigados por la frescura del aire, aun que este no era un problema para un joven de cabellos oscuros y ojos azulados.

Henko se acaba de independizar, ahora vivía bastante cómodo en su cautelosa casa. Esto era lo que ya quería, un silencio absoluto donde el haría lo que más desea. Y finalmente pudo adoptar a una mascota, un felino de blanco y manchas oscuras, Oreo.

Sin embargo, algo muy fuera de lo que podemos decir normal sucede en este lugar. Y es que todas las cosas que Henko necesitaba, desaparecían y reaparecían en otro lado.

En un principio pensó que se le iba la onda, que eran errores que él mismo cometía, ¿Pero constantemente? esos ya no eran sus fallos.

Actualmente, escribía sus tareas en una hoja de papel.

— Bien, casi acabo — Dijo estirándose con necesidad, estaba mucho tiempo sentado en esa silla — por suerte adelanté este trabajo — Susurró para así mismo, hasta que se equivoco en un diálogo entero — carajo... —.

Era hora de usar lo que necesitaba, la goma de borrar. Iba a tomarla pero escuchó un ruido, volteó rápidamente y vió a Oreo saltar de la cama al suelo.

Como no era algo de importancia, regresó su vista al escritorio para tomar su borrador, ¡y sorpresa! no había nada. Abrió los ojos enteramente al no estar lo que quería.

— No mames, ¿Otra vez? — Sí, ya era la cuarta vez este día en que las cosas no estaban en su lugar. Le empezaba a frustrar bastante.

Volvió a buscar por todo el escritorio, se agachó para confirmar que no se había caído, y efectivamente no estaba en el suelo. Eso le molestó más, pero no a tal grado de mostrar la ira en su rostro. Se dispuso en buscar por toda la habitación.


Henko se veía molesto al no encontrar su borrador, lo peor de todo es que era el único que tenía y no sabría con que borrar el diálogo.

Regresó a la mesa de su habitación y se dispuso a pensar tranquilamente, analizar la situación y la solución que podría llegar a tomar. No podría ser nada fuera de lo normal.

Se intentaba concentrar pero su mascota hacía más maullidos que ningún otro gato de la cuadra. Se levantó de la silla y lo miro "atacando" un agujero de la pared, quedó mirando un rato.

No le pareció nada raro, imaginaba que habría un ratón cualquiera allí dentro. Claro que era una plaga que ha de controlar, pero le importaba más su borrador que cualquier otra cosa.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2022 ⏰

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