Primera y ultima parte.

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Se encuentra solo, completamente. La habitación es oscura y por mucho que enfoque y desenfoque no encuentra ninguna silueta que le de una pista de donde se encuentra ahora mismo. Escucha unas pisadas que se dirigen hacia él y el sonido de una puerta abriéndose hace eco en la habitación vacía.

Una pequeña luz alumbra la habitación, y ve como una figura delgada se acerca a él. Es capaz de reconocer los colores vivos del traje de rayas y cuando la mano del que se suponía que era su hermano se le acerca, tiene el auto reflejo de alejarse de ella. Puede distinguir que en el suelo se encuentran envoltorios de distintas patatas, golosinas y barras de chocolate en el suelo y por primera vez, es consciente de la sensación pegajosa que tienen sus dedos.

-¡Ay Horacio!¿Que ha pasado?- le dice Gustabo o Pogo, no es capaz de diferenciarlo- Mira como estas, te has convertido en tu propia ruina- Gustabo niega con su cabeza y le mira con decepción- Es así como quieres acabar, ahogado por tu propia grasa.

-No, no quiero eso- dice Horacio, avergonzado de su comportamiento, ¿Cómo había dejado que todo se le fuese tanto de control?- Quiero cambiar, enserio que quiero, pero no soy capaz de hacerlo, lo he perdido todo Gustabo, ese día lo perdí todo.

-Horacio, no digas eso...no no no....tu te lo buscaste, tu perdiste todo por tu propia elección. Traicionaste a tu hermano, ¡Tu única familia! y encima vienes y me lloras, después de que me matases tú- Gustabo se pone de cuclillas delante suyo manteniendo el contacto visual- Supongo que es porque no puedes con todo, como siempre, desde pequeño...Siempre has sido débil, un debilucho cobarde.

-Tenía que dispararte Gustabo, ¡eras un peligro!, yo no quería matarte- una lágrima le recorre la mejilla al recordar lo que había pasado en la Iglesia- yo nunca quise matarte, quería arreglarlo todo, Gustabo, créeme.

-Tienes una manera extraña de arreglar las cosas, muy extraña- se carcajea sarcásticamente- ósea que ¿lo has arreglado todo matándonos a todos?-vuelve a reirse y se levanta- tu si que sabes acabar con los problemas-dice y mira el alrededor de Horacio- o debería decir, comerte los problemas.

Gustabo enarca una ceja y dos siluetas más entran en la habitación y se posicionan al lado de Gustabo. Los tres se reían al unísono de Horacio, señalándole con dedos acusatorios. En ese momento, sintió como su mundo se desmoronaba al reconocer a los dos hombres; Conway y Volkov. Les miró con esperanza, creyendo que de ellos iba a recibir un consuelo, algo que le animase y tal vez, una mano que le ayudase a levantarse. No llego a encontrar nada de eso, mas bien al contrario, su presencia hacía que todo le doliese más a Horacio.

-Mírale, que imbécil- reconoció la voz de Conway, el que había sido su única figura paterna- Siempre fue un inútil, nunca valiste para nada, solamente te tenia en el cuerpo por pena, hijo de puta- Horacio dejo que hablase, e intento acallar su llanto, pero el dolor que sentía le era imposible callarlo- Un idiota, eso es lo que eres, un idiota.

-Y pensar que yo tuve que fingir que me enamoraba de ti- todos se ríen a carcajada suelta y fue ese el momento que no pudo más con el dolor, sintió como tiraban su corazón al suelo y lo pisoteaban, se sentía como si los trocitos que formaban su corazón hubiesen desaparecido y se hubiese quedado sin nada.

-¿Como?- susurra mirando al hombre que consideraba el amor de su vida, y vio la mirada de asco de Volkov, la mirada que le había dedicado cuando le había echado del cuerpo, esa mirada por la que tantas veces había llorado en el pasado. No soportaba que le mirase así, no podía con ello. Sintió como el aire dejaba de llegarle a los pulmones e intento aliviarlo con bocanadas constantes de aire, se empezó a sofocar con su propia respiración.

-¿Enserio te creías que estaba enamorado de ti?- dijo Volkov con un tono despectivo- Después de todo lo que me has hecho, me mataste, me disparaste, desde que has llegado a mi vida no puedo vivir tranquilo- los ojos fríos de Volkov le escanean el cuerpo- por no hablar de tu aspecto, te encuentro repulsivo.- Sintió como si esas palabras se las hubiera escupido en la cara. Su llanto se maximizo, lo que hizo que su falta de oxígeno empeorase, se sentía como si se estuviese muriendo, y en aquella situación, prefería morir a seguir sintiendo.
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Con Tranquilidad-Volkacio AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora