🍏 Capítulo XVI

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             Capítulo XVI

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Observé el Mazda 6 grand touring de Marcos, unos siete minutos luego de llegar a la calle veinte de abril, le había visto viajar en este al campus antes.

Sentía que estaba haciendo algo mal al subir, esa sensación combinada con los efervescentes nervios me hacían un volcán en constante estado de erupción.

-No va a decirme a dónde vamos, ¿verdad? -hablé en el vehículo mientras me acomodada el cinturón.

-No es nada del otro mundo, señorita Espinoza ¿No le gusta el dejarse guiar? -ahora que lo pensaba, no, aunque el dejar que lo hiciese alguien como él, podría ser bastante interesante. Sonreí.

-Es sólo curiosidad, típica curiosidad -expresé sincera. Le observé, topándome con su mirada. Tenía las manos en el volante, el auto estaba estático.

-Vamos a una morgue -soltó al poner el seguro automático. Sonrió abiertamente. Yo noté como me puse rígida -, señorita Espinoza, es usted bastante crédula. Lo siento, siempre quise hacer eso -manifestó conteniendo una carcajada. «Muy chistosito». Solté el aire que retenía en los pulmones, sonriendo. Me encantaba esa faceta serena, aunque la había visto muy poco: en el bar al escucharle tocar, cuando hablaba con Erin, en casa de Su mientras platicábamos luego de comer, cuando hablamos sobre la sala de chat el primer viernes que le "ayudé".

Suspiré, lo conocía muy poco y ya hasta tenía sueños húmedos con este hombre. El auto tenía el aroma de su colonia lo que resultaba embriagador.

-Entonces, ¿a dónde vamos, profesor? -hablé más para distraer la zozobra de mi ser, que por saberlo en realidad. Puso el auto en marcha.

-La paciencia es una virtud, señorita Espinoza. Es una virtud -él estaba concentrado en el camino -. Puede conectar su móvil al dispositivo para escuchar música si desea -lo pensé un poco, quería saber qué solía oír él.

-Mi celular se descarga bastante fácil, debo cambiarle la batería. ¿Puede conectar el suyo? -era una estrategia floja, mas podría funcionar. Para mí deleite, él asintió, tomó su móvil con una mano, aprovechó un semáforo en rojo para adaptar los dispositivos con rápidos clics.

-¿Qué género prefiere usted? -su voz aterciopelada colmó el espacio. Abrió la ventanilla, ya que, se sentía bastante calor dentro del reducido espacio: percibí el aire canicular que traía consigo el perfume cargado de sudor, también de especies, de comida, gracias a que íbamos por una avenida abarrotada de comercio, de restaurantes.

-Estoy bien con lo que usted elija, profesor -el chiste acá era tener un poco más de información sobre sus gustos. Lo poco que conocía de él fue por medio del censo gratuito que le hizo Val.

Imaginaba que algo clásico podría inundar el espacio, pero recibí un grato estupor cuando la voz de Dan Reynolds sonó a través de los altavoces. Me fue imposible disimular la euforia, aunque traté de mirar por la ventana en el momento en que sentí que mis mejillas se resistían a la fuerza de gravedad, tirando fuerte, hacia arriba. Cuando me calmé un poco me dirigí a él.

-¿Le gusta la banda o sólo esta pista? -el viento mecía algunos mechones de su cabello.

-Me encanta la banda -sonrió concentrado en la carretera. Yo aproveché para estudiar su rostro de cerca, se me escapó un traidor suspiro. Volteó por un segundo, en mi dirección, no le quite los ojos de encima, me encantaba el efecto de estos sobre mí.

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