Capítulo 1: ¿Qué es Justicia?

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Una gran soledad y silencio es lo único que puede llegar sentir una persona en esa pequeña y algo oscura habitación, la cual sino fuera por una pequeña lámpara encendida en el escritorio, probablemente solo haya negro en todo el lugar.

Un hombre de pie en medio de la habitación solo respira con lentitud mientras observa delante suyo un montón de fotos y periódicos pegados en un tablero. Su vista va recorriendo poco a poco las imágenes y noticias, hasta que sus ojos azules se posan sobre una noticia en especial, una que le trae tanto dolor cada vez que la lee: "Esposa de detective es hallada mutilada en su hogar".

El hombre baja su mirada al escritorio que tiene a mano derecha. Toma el retrato fotográfico de una hermosa mujer rubia de ojos celestes recostada en un banco de madera, sonriendo de una forma muy coqueta.

—Alice, lo lamento —susurra el hombre mientras cierra los ojos y deja caer unas lágrimas.

No obstante, su acción se detiene una vez siente la vibración de su celular en el bolsillo. Coloca el portarretratos sobre su escritorio, y acto seguido saca el celular. Es una llamada entrante de su compañero y amigo: el detective Aaron Ramírez. Pulsa en recibir llamada y lleva el objeto a su oído

—¿Sí, Ramírez?

—Hola, James. Lamento llamarte a esta hora, pero es que te necesitamos urgente en el vecindario de Westakle. Ha vuelto a pasar, amigo.

—Voy enseguida.

-

Un agitado detective de homicidios James Hamill conduce lo más rápido que puede con su oscuro Chevrolet Corvette 1995 por las calles de Los Ángeles esa sombría noche. Ya falta muy poco para llegar hasta la ubicación proporcionada por Aaron.

Al cruzar una última calle, puede observar a lo lejos a patrulleros alejando al montón de periodistas, fotógrafos, reporteros y gente chismosa que solo pasa por ahí.

El detective aparca su coche y sale de este; pero apenas coloca sus pies en tierra y cierra la puerta, un hombre rubio de probablemente unos cuarenta años se le acerca de manera acelerada con libreta y bolígrafo en mano.

—Detective Hamill, ¿algún comentario sobre el hecho? —pregunta con casi desespero y caminando a la par del policía un conocido periodista de Los Angeles Times.

—Apenas voy llegando al lugar, ni siquiera he visto el cuerpo, Carl —replica seco, moviéndose con premura al centro de la calle.

—¿Cree que se trate del mismo asesino de su esposa?

—¡Oficiales! —llama James con señas incluidas, de modo que los uniformados alejan al periodista de la zona.

Una vez solo, continúa rumbo hacia la escena del crimen en medio de la calle, donde puede ver a más compañeros del trabajo rodeando una enorme sábana celeste con manchas rojizas; entre ellos, logra visualizar a su amigo agachado, examinando lo que hay debajo de esa sábana al levantarla un poco.

—Ramírez —nombra al llegar a la escena.

El mencionado se levanta y da unos cortos pasos hacia su compañero del trabajo.

—Es él, James —le informa con preocupación.

James camina hasta tener frente a sus pies la ensangrentada pieza de tela. Se agacha, y con algo de nervios coloca su mano derecha sobre la sábana y la levanta un poco hasta mostrar el cuerpo sin vida de alguien conocido: de barba y cabellos ya canosos, con múltiples moretones en la cara, y el cuello rajado como si dos enormes navajas hubieran pasado de forma simultánea.

—Carajo —suspira, tapándose la cara con una mano—. El teniente Gonzales.

—Eso no es todo. Quita el resto de la sábana.

Hace caso a su compañero y quita el resto de la sábana del cadáver, el cual se halla desnudo en toda la parte superior, con un mensaje escrito con lo que pareció haber sido una navaja pequeña. El mensaje dicta: "Uno menos. Faltan más para demostrar la verdadera justicia".

El detective Hamill cierra los ojos e inhala profundo.

—Sí, definitivamente es el mismo tipo.

—Un enigma más para su colección. ¿Cuál era el orden de estos? —pregunta rascándose la cabeza el otro presente.

—Con el cuerpo de Dennis el violador escribió: "¿Te ha parecido placentero esto?". Luego, y de manera separada, con los drogadictos Jacob y Danica puso: "Yo veo arañas cazadoras, ¿y tú?". Mientras que con Alice escribió: "¿Cómo se siente vivir día a día con falsedades como esta, detective?" —repasa con dificultad con un nudo en la garganta— ¿Y ahora esto? ¿Atacar a la policía?

—Lo lamento, amigo —expresa Ramírez bajando la mirada—. Sigo sin poder creer esto, la verdad. Sabíamos que Gonzales no era un ángel cuando se trataba de ser justo, pero tampoco...

—¿Se lo merecía? —interrumpe la llegada del detective Harvey Broker, mascando chicle casi como una mula—. A mí me parece que no hay problema con que haya un corrupto menos. Para mí esto es justicia —opina con su acento australiano que tanto lo caracteriza.

Hamill se levanta mirando con desaprobación a Broker.

—¿En serio tú vas a hablar de justicia? ¿Acaso la brutalidad policial con cualquier persona te parece justicia? —le recrimina, al tiempo que se cruza de brazos.

Broker solo dibuja una siniestra sonrisa en su rostro y se da la vuelta, para acto seguido alejarse de los otros dos detectives.

—Es todo un imbécil, ¿hasta cuándo vamos a aguantarlo? —murmura Ramírez.

—¿Le avisaste a Harrison? —pregunta James.

—La intenté llamar, pero no contestaba. Quizás le ganó el sueño esta noche.

—Sí, tal vez —asiente. Se voltea para observar una vez más el cadáver del teniente— ¿Cómo pasó esto?

—No lo sé. Las heridas no parecen tan recientes, pero no solo eso, sino que también tiene varios huesos rotos si te fijas bien. Es como si lo hubieran asesinado horas atrás y luego lo hubieran tirado desde unos de estos pequeños apartamentos —supone Ramírez—. Algunos yonquis que rondan por esta zona avisaron a la policía, y adivina que oficial llegó primero —señala discretamente con el dedo.

James se guía por la seña hasta ver a lo lejos al oficial Morris consolando a su compañera: la oficial Romero, la cual se la ve cabizbaja, con algunas lágrimas bajando por sus mejillas. El teniente Gonzales fue como una figura paterna cuando ella entró al cuerpo de policías, por lo que no debería extrañarle a varios de sus compañeros del departamento verla así ante tal suceso esta noche.

El detective Hamill suspira al ver aquella escena.

—Maldición, esto va a ser una vena más en la cabeza del capitán Bullock —mete su mano en el bolsillo del pantalón y saca un encendedor junto a un cigarrillo; lo enciende y se lo lleva a la boca. Para él es casi indispensable fumar luego de ver grotescas escenas de crimen como esta.

—¿Qué es para ti la justicia, James? —pregunta Ramírez volviendo a echarle un ojo al cadáver frente a sus pies, en lo que al mismo tiempo una brisa golpea los oscuros cabellos de ambos agentes.

—A este punto, ya no te sé decir, amigo. Pero esto, definitivamente no es justicia —responde entre expulsadas de humo, al mismo tiempo que aprieta los puños de tal manera que le empiezan a crujir los dedos—. Y lo que le hizo a mi esposa menos lo es...

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora