Capítulo 2

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—¿Me has entendido bien? —le decía por teléfono Azahara a su sobrina Amanda.

—Pero yo estaré allí para las vacaciones de Semana Santa. Vosotras partiréis tras el Domingo de Resurrección y yo solo me quedaré hasta el miércoles siguiente. ¿Cómo voy a poder vigilar a mamá si no estoy allí? —le preguntó preocupada.

Amanda era la viva imagen de su madre. Tenía un rostro en forma de corazón, con su gesto y su sonrisa siempre amables. Toda inocencia, hasta ahora ni se había enterado de que su padre tenía una amante. La pobre joven todavía no podía creerlo, pero su tía no se inventaría una cosa así. Siempre había visto a sus padres como un matrimonio enamorado y bien avenido, cuando su madre había comenzado a enfermar él había permanecido a su lado, incluso había descuidado por primera vez el negocio por acompañarla a los distintos médicos. Y ahora esto...

—Cuando ese día llegue espero tener a alguien ya aquí que ocupe nuestro lugar.

La noche anterior, como le había prometido a Sonia, Aza había hablado con su hijo y este no había dado ningún problema. Por supuesto no había hecho falta pedirle que este asunto no se lo comentase a su padre.

—Ahora me dejas muy preocupada sin duda. —Esa era la parte por la que no quería decirle nada a Amanda.

—Tranquila, de momento nosotras estamos alerta.

—Y tú... ¿cómo te sientes teniendo que viajar allí?

—Prefiero no hablar del tema. Buenas tardes nenita. —Y colgó.

Cada vez que le preguntaban cómo se sentía respecto a la decisión de Arturo se sentía enferma. ¿Cómo pensaban que estaba? Hacía dos años le había mandado los papeles del divorcio firmados a Zeus semanas después de que ella hubiese abandonado el que durante años había sido su hogar. Desde entonces no había vuelto a pisar Italia, ni el norte, ni el sur. Si ni siquiera podía ver los programas de Españoles por el mundo de la televisión española cuando iban a Italia.

Ahora de buenas a primeras su hermano le decía que estaba obligada a viajar allí, nuevamente. Y no solo eso sino que debería ir a su antigua casa. La intención de Arturo es que Sonia se casara con Dante Gotti, su sobrino. Dante era hijo de Tony y Bianca, el hermano de Zeus. Era un buen chico, Aza le tenía cariño, pero desde su matrimonio fallido con Xenia Dante se había convertido en alguien aún más taciturno y desconfiado en las mujeres. No quería ver a Sonia condenada en un matrimonio sin amor. Todavía no le había comunicado quien sería su futuro esposo, pero sí cuál sería su nuevo país.

Sonia estaba en su habitación hablando con algunas de las criadas sobre como organizar sus maletas. Todavía quedaba más de una semana para su viaje, pero quería tener la mente ocupada y siendo como era, una obsesionada del orden, la forma en que empacarían todo para ir a Italia la tendría entretenida al menos dos días. Después organizaría la llegada de Amanda para que todo estuviese perfecto, y las compras que se debían hacer, los menús, todo.

Tocaba el cambio de turno de las criadas por lo que mientras llegaban las otras se dirigió hacia la habitación de su madre. Cuando entró María le estaba colocando las almohadas con las ventanas abiertas de par en par.

—¿Cómo se te ocurre hacer semejante estupidez? La habitación se ventila mientras la señora toma el baño por las mañanas —dijo mientras se dirigía rápidamente a las ventanas y las cerraba — el frío puede ser mortal en sus condiciones. Aunque claro, eso ya lo sabes.

María no dijo nada, ni siquiera se molestó en bajar la mirada fingiendo arrepentimiento. Se mantuvo erguida, mirándola de igual a igual. Sin duda la dejaba muy intranquila tener que marcharse.

Saga Familia Gotti 7: Infierno (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora