Capitulo XXII

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Después de seis minutos aproximadamente, llegué al mismo lugar en donde había estado días atrás. Por detrás del sombrero, se me había escapado un mechón de cabello. Lo oculté rápidamente antes de golpear la puerta. Di tres toquidos... El hombre de la otra vez apareció frente a mi con los lentes oscuros ya típicos en él. 

-Contraseña- dijo con frialdad.

-PÓQUER94751-

-Adelante.-

El lujo del lugar se desplomó ante mis ojos. Lo que parecía ser una cabaña abandonada por fuera, era todo lo contrario del lado de adentro. 
Alfombras tapizadas color rojo oscuro inundaban el suelo del lugar. Una mesa redonda de roble estaba en el centro y sillas de cuero tapizadas alrededor de ésta. Candelabros con una potente luz blanquecina pendían del techo.
Sin dudas el dueño del lugar era millonario.

Por una puerta que no había visualizado al entrar, aparecieron dos hombres que aparentaban unos treinta años y tras ellos, estaba Félix. Estaba tal cual había salido de casa.
Tomaron asiento y uno de los hombres me acercó una silla para que me sentara.
Comenzaron a decir sus nombres en voz alta.

-Travis- el que había ganado la última vez, recordé.

-Charly-

-Félix-

Estos tres se quedaraon viéndome esperando que diera una respuesta. Jamás se me había cruzado por la cabeza que me pedirían un nombre. Improvisé uno al instante.

-Mike.-

¿Por qué Mike? No lo se...

El que se hacía llamar Charly, repartió cinco cartas a cada uno. Lo hizo con una rapidez que me sorprendió en absoluto. 
Comenzó con el jugador de la izquierda, que era Félix. Luego siguió por Travis, continué yo, y finalmente él.

Revisé mis cartas y en ese momento comencé a sentirme mareada. Se me nublaba la vista y transpiraba calor en cualquier parte de mi cuerpo. Mis manos, mi cara y mi nuca estaban mojadas. 
Sentía que iba a desfallecer, y sin saber en que momento, me desmayé.

* * * * *
Me desperté en una casa, sobre una cama. El ventilador del techo estaba encendido y hacía que me sintiera fresca. No entendía nada. Supe que era mi cuarto al observar que del ventilador colgaba un móvil de pájaros.
Félix entró por la puerta con un vaso. Parecía agua.

Al verlo a él, comencé a recordar algo. Imágenes danzaban en mi mente pero ninguna aclaraba lo que había sucedido. 

-Miranda, ¿estás bien?.-

-¿Qué sucedió?-pregunté con incredulidad.

-Te desmayaste en la cabaña de póquer-

Mis ojos saltaron de sus órbitas, y esas fueron las palabras necesarias para recordarlo todo.

-¿Cómo te encuentras?.- siguió él.

-Bien, creo...-

Él me observaba con expresión de preocupación, y yo a él desconcertada. ¿Por qué estaba aqui y no estaba enfadado?

-¿No estás enojado?- pregunté

-Algo. Pero ahora quiero que estés bien.-

-Yo lo estoy.-

-No pareces estarlo. No has visto tu rostro...-

-Félix... yo..., solo quería ver que era lo que hacías. Quería ayudarte.-

-Te dije que me ayudabas si no te entrometías en esto. Pero ahora no es momento de hablar. Toma una siesta y cuando te sientas mejor, hablaremos.-

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora