Dicen que en la vida siempre todo pasa por alguna razón aunque muchas veces no lo veamos. Yo no lo vi en todo el tiempo que estuve con Javi. Nuestra relación al principio fue muy extraña. Recuerdo irme con él un fin de semana a una casa rural que ya con el nombre hacía presagiar dos maravillosos y románticos días. La «Hacienda Eros» era un lugar precioso con su jacuzzi en la habitación, su cama con dosel y las vistas a unos jardines verdes llenos de flores. Al llegar pidió otra habitación y a mí se me quedó una cara de panoli que la recepcionista notó. Aun así pasamos unos días muy bonitos y al volver al trabajo la semana siguiente le ignoré. Mucho. Tanto que me llamaba y me mandaba mensajes sin obtener respuesta y persistía pero a cabezona no me gana nadie. No le respondí hasta que consideré que ya había sufrido bastante. Lo que hablamos después me dejó aun más alucinada. Era un tipo sensible y romántico, un poco chapado a la antigua y quería respetarme cuando yo me moría de ganas porque no lo hiciera y meternos en la cama de una vez, hablando mal y pronto.
Después de aquello tuvimos una relación bastante normal, él venía a mi apartamento y yo iba a su casa, más grande que la mía por cierto. Salíamos a cenar, a bailar, al cine o a pasear. Éramos muy felices hasta que un día me dijo que se había desenamorado de mí y que me había sido infiel en un par de ocasiones. Con decirme que ya no estaba enamorado de mí habría sido suficiente. Nunca comprenderé la necesidad de decirme que se había acostado con otras mujeres si ya no me quería. Sinceramente habría vivido en la ignorancia la mar de feliz. No entendí nada. Sufrí mucho pues yo lo había querido a ciegas, confiándole toda mi vida y me llevé el palo más grande de todos hasta la fecha. Tampoco vi venir aquel final precipitado. Más ciega que un topo.
Yo de pequeñita soñaba con vivir la gran historia de amor y las novelas o películas románticas no me ayudaron demasiado pues me consideraba una chica Disney, de esas que sueñan en color de rosa. Cuando te das el batacazo pues... todo a la mierda. Ni caballero, ni castillo ni corcel en el que cabalgar juntos camino al horizonte.
Ha llegado el otoño de pronto al igual que no vi venir el final de mi relación con Javi. Tal cual. Creo que soy de esas personas que van por la vida como los caballos con los ojos tapados y no se dan cuenta de las cosas que suceden a su alrededor. Aparte de él tuve algún escarceo pero fue más sexual que emocional. No volví a enamorarme con esa intensidad hasta años después. Y en qué maldito momento lo hice...
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Un otoño para Silvia
RomanceSilvia es una secretaria de una reconocida empresa de publicidad en su querido Madrid. No es la mujer delgada que todos pensamos sino que tiene sus curvas y está orgullosa de cómo es. Su pasado es Javi, el que creía el hombre de sus sueños hasta que...