Capítulo 4: ¿Han Aprendido la Lección?

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Los dos uniformados acceden al hogar apuntando en todas las direcciones. No se ve a nadie ahí dentro.

Entre pasos lentos, el oficial Morris escucha el quebrar de cristales en el suelo. Él de inmediato baja su mirada.

—¿Y esto?, ¿de qué será?

—Mira —su compañera señala el techo—. Parece que se deshicieron de los bombillos.

—Haremos esto: tú revisa el segundo piso y yo revisaré este, ¿entendido? —susurra Paul.

Su compañera asiente y se dirige con cautela a las escaleras.

Una vez sube el último escalón, lo que da frente a ella es un oscuro y algo cerrado pasillo con tres puertas.

Tras un suspiro, comienza a avanzar con lentitud. Un extraño sentimiento de claustrofobia parece apoderarse de la oficial conforme se desplaza por el estrecho sitio, acercándose a la primera puerta a su izquierda.

Romero coloca su mano izquierda en la perilla mientras en su otra mano sujeta con fuerza el arma. Cuenta mentalmente hasta tres y abre de forma brusca la puerta, apuntando a todos lados. Sin embargo, no hay absolutamente nada en ese baño más que repugnantes olores antihigiénicos.

La mujer cierra la puerta y se dirige ahora a la que tiene a mano derecha a unos pocos pasos delante. No obstante, antes de siquiera pensar en colocar un solo dedo en esa plateada perilla, nota manchas color rojo vino ya secas en el objeto, lo que la alerta aún más. De modo que, sujetando fuerte su arma y tragando saliva, se dispone a colocar su mano sobre la perilla, para luego girarla, y con un violento empujón ingresar apuntando en cada dirección posible.

La habitación parece igual de vacía que el baño; sin embargo, en esta se pueden notar cosas como: la cama repleta de manchas de sangre; raspones en las paredes y en el armario, como si dos machetes juntos hubieran pasado en una acción simultánea; y por último, en medio del cuarto se halla una carpeta amarilla tirada en el suelo.

Curiosa, va y recoge la carpeta. Al abrirla, puede observar fotos de dos criminales; ambos acusados de robos. Uno es un hombre moreno de cabello rapado, de nombre: Daniel Aguilar. La otra es una mujer rubia tatuada, de nombre: Tatiana Lombardo-Aguilar.

En medio de la observación, un fuerte golpe se oye dentro del armario, uno que hace pegar un brinco instantáneo a la oficial y que la hace soltar carpeta para ahora fijarse en el ropero. Los golpes no se detienen en absoluto, al contrario, estos aumentan en intensidad, tanto, que incluso se puede observar como la puerta hace un pequeño movimiento. Había algo vivo ahí dentro.

Ya nerviosa, la oficial se mueve poco a poco al lugar proveniente del ruido. Con cada paso que da para acercarse, siente en su cuerpo fluir escalofríos.

Una vez ya tiene frente a ella ese mueble, con respiración entrecortada, coloca su mano libre en la agarradera, y con un brusco jalón abre el armario, cayendo de este al suelo un hombre amordazado. Ese hombre es el mismo que ella vió hace un momento en la carpeta. Se trata de Daniel Aguilar, todo golpeado y ensangrentado.

Romero lo contempla bastante sorprendida, así como asustada. Aunque su mirada no tarda en volver clavarse en el armario, donde alcanza a notar algo detrás de esas camisas guindando. Así que con mucha curiosidad, camina con arma en mano y separa de forma rápida las ropas; pero con solo hacerlo, sus ojos se abren a más no poder al ver lo que tiene enfrente.

De repente en su desconcentración, una mano sujetando una pistola 9mm con lo que parece traer un silenciador, golpea por detrás la cabeza a la oficial, y en consecuencia, cae inconsciente al lado del amordazado Daniel.

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En el primer piso, el oficial Morris ahora mismo está por abrir la última puerta de la primera planta. Gira la perilla y empuja, dando frente a él un cuarto bastante más oscuro que los que ya había entrado. Por lo que el hombre saca su linterna con la expectativa de encontrar algo, aunque lo único que termina encontrando es un desierto cuarto de lavandería. Revisa de forma breve el lugar, sin descubrir nada interesante, por lo que procede a activar su comunicador.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora