Cerré mi boca y la gente comenzó a aplaudir cómo si hubiese hecho algo extraordinario. Los colores me estaban subiendo por el cuello. No sabía dónde meterme, saludé al público y me fui casi corriendo al camerino a coger mis cosas e irme lo más rápido posible al baño. Tanta tensión acumulada estaba viendo como ya como todos mis músculos se estaban relajando. Y mi esfínter lo sabía perfectamente. En el camerino estaba la morena con la guitarra repasando unos acordes. La melodía me parecía conocida. Realmente tocaba de maravilla, es normal que Afri se hubiera fijado en ella para su noche de los miércoles.
Debería llenar estadios y no bares
- Ay, hola, Reche. Enhorabuena. Eres increíble - me dijo desde su asiento guiñándome un ojo-.
- Muchas gracias, Lacunza. Ahora te toca a ti petarlo - le dije sin detenerme en mi afán de coger las cosas y salir pitando- Te veo ahora - me acerqué a ella con mi bolso ya en la mano y le dejé un beso en la frente- Suerte, morena- salí por la puerta y la cerré cerrada tras mi espalda.
Poco se habla de lo bien que le huele el pelo a esta chica. Le tengo que preguntar qué champú usa, o crema o espuma o lo que sea. Se lo tengo que preguntar. Aunque cada personas tiene un olor propio, lo mismo ese no lo puedo comprar y voy a tener un jodido problema. ¡Coño, Alba, avanza no te quedes en la puerta que te meas encima, pava!
Básicamente salí corriendo por el pasillo de La posada hasta que llegué al baño. Creo que hacer pipí cuando estas reventando es comparable al mejor orgasmo que puedas tener. Las piernas me seguían temblando de la adrenalina que me había ocasionado que todo saliera genial. Salí del baño y en la puerta del baño estaba Joan.
- Oye, oye, el niño guapo que va de verde. ¿Dónde va?
- jajajaja que tonta eres rubia - vino hacia mí directamente y me dio un abrazo que me levantó por aires-.
- ¡Joan, que tengo vértigo!
- Es que eres una enana increíble. Escribes demasiado bien, no sé que haces codeándote con la plebe -y se señaló a él mismo-.
- Qué tonto eres de verdad, menos mal que no lo entrenas. Aunque te veo muy feliz, eh... -le dije insinuándole que había algo más-.
- Me conoces demasiado bien, piojo.
- ¡ Lo sabía! - levanté mi puño a modo de victoria-.
Lo conocía demasiado bien, demasiados veranos juntos, observando todas sus caras. Y para qué engañarnos... Joan no era una feria andante, cuándo estaba feliz era realmente por que estaba FELIZ. Claramente la felicidad le venía por algo.
- Eres muy bicha. Pues que he dejado de ser el profe suplente y me han dado una tutoría por que la profe se ha dado de baja...
- Las niñas se van a morir contigo, madre mía -le dije llevándome la mano a la boca a modo de exageración y me abracé a él-.
- Venga, anda tira que ya se le escucha a Natalia cantar - me cogió de la cintura y fuimos hacia el reservado que tenían nuestros amigos-.
Para llegar a la zona vip, dónde Afre nos había colocado teníamos que pasar por delante del escenario y no pude evitar mirarla. Estaba preciosa, no era la Lacunza que había dejado en el camerino. Llevaba un moñito y su flequillo intacto, y un traje burdeos con un top negro que dejaba al aire su barriga y unos botas militar negra.
Posiblemente con esa barriga podría cortar el quesito.
Menos mal que la mesa estaba cerca sino hubiese hecho un charquito con mis babas... En la mesa había una mezcla importante de personas. Nos habían puesto en dos mesas. Amigos de Natalia y amigos de Alba, como así decirlo, pero con lo bien que se llevaban todos imagino que las habían juntado por lo que puedo observar. En ella estaban Miki, Haus, Mikel, Marta, Joan, Julia, Sabela y Pablo, entre Marta y Julia había dos huecos. Ósea, podría intuir que a mi lado iba a ir la señora Natalia Lacunza... por mi bien, deseo que no se nos haga demasiado tarde y que la bebida no me afectara mucho.
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El sitio de mi recreo
FanfictionTodo pasa por algo... hasta lo que no pasa. Natalia, cantante de la línea dos del metro. Alba, escritora y compositora. ¿Que pasa cuando choca un alma gris contra una galaxia en la noche oscura? ¿Será suficiente para encontrarse y que su alma vue...