Sonrisa

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I

(Aquel momento en que Giyuu descubrió dos secretos)

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Shinobu no odiaba, porque odiar es una palabra muy fuerte, a los perros y los gatos, solo estaban lejos de ser sus animales preferidos. Se podría decir que los toleraba bastante bien mientras no tuviera que acercarse a uno.

Es por eso que se vio obligada a fingir una de sus mejores sonrisas cuando una de sus protegidas se acercó con un cachorro entre sus brazos, alegando que estaba lastimado de una de sus patas y pidiéndole si por favor podrían quedárselo.

—No —respondió con una sonrisa, pero al ver la expresión de tristeza ante su negativa, cerró sus ojos y agregó—. Pero puede quedarse aquí mientras tratas su herida, siempre y cuando le busques un nuevo hogar ¿está bien?

—¡Sí! ¡Muchas gracias, Kochou-sama! —la niña hizo una pequeña reverencia y se llevó el animalito con ella, dando saltitos de alegría.

Es así que, una semana después, tenían al pequeño animal en la Mansión Mariposa. En todo ese tiempo no le prestó ninguna atención, ignorando deliberadamente al cachorro pues sabía que las chicas se encargaban de él y sus necesidades.

Hasta que en una calurosa mañana mientras caminaba por la finca, un haori bicolor captó su atención, descubriendo al honorable Pilar del Agua agachado frente al perrito. Detuvo su andar, solo para ver cómo alzaba la mano en un intento por acariciarle la cabeza.

Giyuu era alguien que, contrario a ella, jamás ignoraba a un animal con pelaje.

A pesar de que el perro le gruñera.

A pesar de que todos los animales le gruñeran, de hecho.

Shinobu sonrió con malicia y se acercó hacia donde se encontraba su compañero, posicionándose a sus espaldas, llegando justo en el momento en que el cachorro le daba una feroz mordida en la mano.

—¡Buenos días, Tomioka-san! —le saludó en un tono elevado con el propósito de pillarle desprevenido, logrando para su satisfacción que este diera un brinco—. Hoy llegas especialmente temprano para tu chequeo médico.

—Kochou —murmuró, sin dignarse a verla, limitándose a hacer una reverencia con la cabeza. Con el cachorro afianzado firmemente en su mano.

—Ah, tan amigable como siempre —respondió jocosa—. Pero dime ¿qué haces? ¿Planeas ser odiado por todos los animales, también? Admiro tu tenacidad, Tomioka-san. Creo que tu plan está saliendo a la perfección.

El aludido se quedó mudo, intentando soltar el agarre del perrito que seguía gruñendo con coraje. La chica ahogó una risita burlona con su mano y se sentó con elegancia a un metro cerca de él, con el único fin de poder admirar mejor el espectáculo.

—Eres increíble, Tomioka-san —elogió con un tono cargado de malicia—. Justo esta mañana Aoi me comentó que era el cachorro más dócil y dulce que había conocido en su vida. Debes tener un talento innato para ser desagradable ¿no te parece?

Al escuchar sus palabras Giyuu hizo una mueca que dejaba en evidencia que le había calado en su orgullo, para su gran deleite.

—Solo debo ganar su confianza —respondió escuetamente, observando al cachorro que le devolvía la mirada con odio. Finalmente le soltó la mano, y en momento de tensión, cambiando de táctica acercó su palma al lomo para acariciarle, ganando una nueva mordida por parte del perro.

Shinobu soltó un suspiro teatral y negó con el dedo, de forma condescendiente.

—Lo estás haciendo mal, eres muy tosco —le explicó, señalando su mano—, debe olerte primero, hasta obtener su permiso para ser acariciado. Con un poco de comida sería más sencillo.

[GiyuShino] Colección oneshotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora