las fantasías de lindsey van demasiado lejos

las fantasías de lindsey van demasiado lejos Capítulo 19

Salieron al pasillo y los escuché discutir.

"Sé que la universidad puede ser una transición difícil, ¿estás seguro de que ella está bien?" dijo su mamá.

"Mamá, está bien."

"No se ve bien. No quiero ser grosero. Sé que no soy la chica más delgada del mundo. Pero no voy por ahí comiendo hamburguesas y pizza y Dios sabe qué más había almacenado. en esa habitación tuya. Parece mucho más corpulenta que cuando vino a la escuela, y eso es muy bonito ".

"¿No podemos tener esta conversación", dijo Leanne.

"Si es tu amiga como dices, ¿no tienes la obligación de asegurarte de que esté bien? La universidad puede ser una transición difícil para algunas personas ...", dijo su madre.

Me costó mucho escucharlos después de eso. Escucharlos discutir fue extraño. Me sentí distante de la realidad. La vergüenza de mi nuevo peso y la comprensión de cómo me veía a alguien como si la mamá de Leanne estuviera allí. Pero lo excitado que estaba por eso era más fuerte. Mis lomos eran como un incendio de tres alarmas. Sentí que estaba teniendo sexo con un modelo masculino. Me sentía tan gorda con la barriga metida a través de mis pantalones, comida a mi alrededor.

El pasillo quedó en silencio, así que supuse que se marcharon. Terminé mi rosquilla y sentí un ruido en mi estómago. La lujuria era tan fuerte que me sentí drogado, como si estuviera volando, como si estuviera rasgando líneas de cocaína colombiana. Agarré la caja del deli y me metí un sándwich de rosbif, pavo y tocino en la boca. Sentí el charco de mayonesa cremosa moverse alrededor de mi boca mientras masticaba.

Mi estómago protestó con gemidos, pero estaba tan en llamas con el sexo que quería seguir comiendo. Me corté una gran porción de pastel y me lo comí lo más rápido que pude. Agarré dos bolsas de patatas fritas y tomé puñados.

Empecé a mirar la caja de la panadería que trajo la mamá de Leanne. "No ..." me dije a mí mismo. Agarré otro pedazo de pastel para mantener a raya el hambre, pero mi subidón se hizo más fuerte al pensar en ello. Mi estómago estaba lleno, pero meses de entrenamiento lo habían estirado. Podía comer más que nadie que conociera sin pestañear. Mi apetito era casi insondable. Terminé el pastel y la mayoría de los sándwiches. Pero simplemente no lo lograron.

Puse dos cenas congeladas en el microondas y las puse en mi cama después de que estuvieran cocidas. La caja de la panadería parecía estar mirándome desde la esquina. Me dije a mí mismo que solo comería algunas golosinas y nadie se daría cuenta.

Caminé hasta la caja y miré dentro. Había abundancia de delicatessen: exquisitos pasteles, galletas y dulces. Me comí dos y traté de parar. Pero antes de darme cuenta, mi boca y mis manos no eran mías. Juro que un demonio se apoderó de mis manos y las hizo hacer cosas malas, malas. Paleaba golosina tras golosina, el chocolate manchaba los bordes de mi boca. Justo antes de que se acabara el último regalo, escuché que se abría la puerta. El pánico se apoderó de mí.

Vi a Leanne y su madre mirándome. Los ojos de la madre de Leanne vagaron por la habitación. La vi fijarse en la caja de pastel vacía, luego en la bandeja del sándwich, luego en las dos cenas de microondas, las bolsas de patatas fritas vacías y su caja de golosinas, y finalmente en mí. Estaba flotando sobre la caja casi vacía de golosinas con chocolate y untado en polvo en mi cara. Mi barriga rellena se abrió paso a través de mis jeans de botones reventados y rodó por encima. La grasa bien formada colgaba de mi ropa por detrás y por delante.

Estaba tan lleno que comencé a tener hipo. Traté de sofocarlos pero seguían viniendo. Con cada hipo, mi grasa corporal se agitaba por todas partes. Estaba tan lleno que me sentí como si estuviera en un delirio. Ok, ahora esto estaba demasiado lejos. La vergüenza comenzaba a volverse más fuerte que mi colocón sexual. Me sonrojé y deseé que alguien me dejara inconsciente y me sacara de mi miseria.