CAPÍTULO NUEVE

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¡Hola! Les pregunté en mi perfil qué historia querían que actualizara y dos bellas personas me pidieron por esta. (Si quieren estar atentos y pedirme por actualizaciones cuando yo esté preguntando, pueden seguirme y estar atentos a mi perfil, ya que les llegarán las notificaciones.¡Disfruten!


Emerson abrió su boca, pero ninguna palabra salió de allí

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Emerson abrió su boca, pero ninguna palabra salió de allí. Observó a Finnick en silencio, tratando de darse cuenta si estaba entendiendo las cosas correctamente. Ser claros en ese entorno no era posible, no cuando las cámaras podrían estar grabando cada conversación y los secretos como esos debían mantenerse bajo llave. Aún así, él se había referido a nadie más que a Alma Coin. Ella era la mente detrás de el plan de revolución. No quería hacerse ideas equivocadas, pero entendió que la mujer le dijo exactamente lo mismo que hizo con Emerson. Eso podía significar un montón de cosas, como también podía ser nada de importancia. La presidenta Coin había tenido dos tipos de intercambio con la vencedora, uno público y otro privado. El hombre del distrito cuatro había sido participe del primer tipo. Ambos lo sabían. Pero lo que estaba diciendo, como si fuera un secreto contarlo, dejaba en evidencia que se estaba refiriendo a su charla ultra privada. Él lo sabía, él sabía que Coin le había hecho el encargo de asesinar a todos los demás tributos, a excepción de Katniss Everdeen. Finnick lo sabía, porque él había sido enviado a hacer precisamente lo mismo.

Observó el cielo, porque no fue capaz de ver sus ojos después de entender esas palabras. Sintió sus manos temblar y una presión cercana al miedo crecer por su garganta. Se sintió como la misma niña de siete años, cuando se dio cuenta de que nunca podría tener una vida como el resto de los niños. No era especial, no era una mujer que las personas observaban con anhelo o siquiera querían ser sus amigos. Nunca antes le había preocupado demasiado, no hasta ese momento. Alma Coin no creía que pudiera asesinar al resto, por esa razón le había pedido exactamente lo mismo a Finnick. Le había engañado, haciéndole creer que era la única valiente allí, capaz de asesinar a todos los demás. Logró hacerla sentir como si fuera diferente a todos los demás, porque ella no tenía miedo en tener que hacer todo lo que los demás no hacían, para liberar a su país. Era todo una farsa. La presidenta no confiaba en ella, la evidencia frente a sus ojos se lo mostraba. Quizás la creía incapaz, quizás creía que sus sentimientos se adelantarían a sus propósitos revolucionarios. No supo si estar enojada con ella o si largarse a llorar por haber creído en alguien que parecía creer en ella.

—Emerson...— lo vio por unos momentos, pero él no dijo nada. No podían decir nada. Lo entendía, pero lamentaba no poder hablar para intentar aclarar el tema. Estaban condenados en el mismo momento en el que dijeron a la protesta rebelde.

—Es un bonito día, ¿No es así?— ella interrumpió, mirando el sol que iba avanzando en el cielo falso.— Disfrútalo, porque puede ser tu última visión de el.

Se levantó de la arena y el agua, y regresó a la playa, junto a la muchacha que tenía que proteger. No estaba allí para hacer amigos, o para compartir cómo se había sentido traicionada. Coin podía haber mentido, podría haberla manipulado, pero estaba segura con su recado. Le mostraría que valía la pena, que Finnick sería lo suficiente estúpido como para no ser capaz de hacer su trabajo. Emerson lo valía, por más que todo el mundo pareciera creer lo contrario. Les demostraría que estaban jodidamente equivocados.
Sus pensamientos acerca de Mags, su abuela y su antiguo compañero desaparecieron, transformándose en un enojo que sólo parecía crecer más y más. Guardó silencio, al igual que cuando estaba en su casa, en el distrito nueve. Al morir su abuela, estuvo completamente sola en una casa que no le pertenecía por completo. Estuvo en silencio, sentada en su cama, por lo que pareció ser un mes. Estaba acostumbrada a mantener su boca cerrada, con su cabeza dando vueltas por temas que no deberían importarle. Pero lo hacían. No sabía si se trataba de celos, de compararse con los demás, o de su propia inseguridad. Sentía como si todo el mundo la estuviera subestimando, como si siquiera podía ser lo suficiente madura como para comprometerse por completo a una causa. Coin eligió a Finnick para realizar su misma tarea, eso demostraba mucho más de lo que podía entender. Antes había confiado en esa mujer con una fe ciega, pero ahora comenzaba a plantearse algunas dudas. Abrió sus ojos y comenzó a pensar en todo lo que había pasado. En la única persona que podía confiar era Barnes, él nunca la había traicionado. Era el único que creía que podía pelear batallas que nadie más.

Panic ⋆ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora