Diecisiete

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Gulf estaba muy dolido porque su guardaespaldas no lograba entenderlo y en su mente pensaba que estaba haciendo las cosas bien.

El chico no se daba cuenta ni por un momento, que el daño que le estaba haciendo al guardaespaldas fuera tan grande.

Por otro lado, Mew tampoco sabía los motivos exactos por los que su protegido hacía todo eso y la verdad era que él quería explicárselo pero luego se lo pensó mejor.

El primogénito de los Kanawut estaba empezando a creer que probablemente su escolta no era el hombre adecuado para él, ni tampoco que él era el que este estaba esperando para compartir su vida, por lo que quizás se habían precipitado.

Tras la actitud que había cobrado el escolta, el moreno se había propuesto darle una lección y hacerle entender que con él no se jugaba pues sin duda, él era el que jugaba con los demás, así siguió con su propósito de amargarle la vida para que se fuese cuanto antes.

Pensó hacer como en un comienzo solo que ahora el motivo no era el solo el no querer un guardaespaldas sino que además tenerlo cerca le dolía, por lo que ya era ver quién era más fuerte y él qué aguantaba más.

Cada noche, el chico se inventó una cosa diferente, ya que se había propuesto perturbarlo; en la primera fue el no irse a dormir, para ello, Gulf se pasó horas y horas jugando en el ordenador a su videojuego favorito y aunque se moría de sueño y estaba cansado, se mantuvo en sus trece de no dejarle pegar ojo.

La siguiente noche, fue fingir tener pesadillas y a cada rato gritaba y pataleaba para qué Mew se sobresaltase y se pusiese de los nervios.

En la tercera, pagó a un chico de su Universidad para que a ciertas horas llamase al móvil de este y así el escolta se despertase y aunque finalmente lo acababa por silenciar, cuando este volvía a dormirse, Gulf se lo cogía del bolsillo y volvía a subirle el volumen.

La verdad es que a Gulf le daba igual porque él si descansaba durante las clases y también durante el resto del día, ya que se ponía los cascos y se olvidaba durmiendo como una marmota pero Mew debía estar alerta y no podía dormir.

Tras una semana así, el pobre Mew estaba desquiciado totalmente por la falta de sueño y el estrés que suponía soportar a este comportándose como un energúmeno, además de que para colmo volvió a invitar a Hannah a casa y no pararon de besarse y hacerse mimos en toda una tarde.

A pesar de intentar parecer impasible por dentro estaba llorando lágrimas de sangre por el dolor que sentía al verlos juntos, le frustrada que el amor por ese chico lo dominase y debía detenerlo.

Finalmente tras diez días, el escolta ya no pudo más y decidió poner fin hablando con los Kanawut sobre lo que pasaba, sin que el chico lo supiese.

Pen y Kukkade decidieron intercambiar los guardaespaldas por lo que Gulf se quedó de piedra cuando al salir de la Universidad aquella tarde, se encontró a Krist esperándolo.

Pen y Kukkade decidieron intercambiar los guardaespaldas por lo que Gulf se quedó de piedra cuando al salir de la Universidad aquella tarde, se encontró a Krist esperándolo

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-Pe-Pero...¿Qué demonios haces tú aquí?, ¿Dónde está el holgazán de Suppasit?-preguntó molesto.

-Tus padres han decidido que por el momento yo me ocupe de ti y él lo hará de tus hermanas-respondió este muy serio.

El chico estaba furioso, ya que todo su plan se había ido a la mierda y estaba convencido que sus padres vivían para arruinarle la vida y lo de quitarle a Mew era su última hazaña.

Por su parte, el escolta aprovechó que John lo cubría mientras las niñas estaban en el Instituto y fue a la agencia pues necesitaba hablar con sus jefes.

Explicó brevemente el problema que tenía para cubrir al primogénito Kanawut en las noches y también durante el día pues no descansaba y temía que le hiciese lo mismo a su compañero, así que estos decidieron montar todo un despliegue de vigilancia con videocámaras nocturnas, dispositivos de rastreo y botones de pánico para no dejar desprotegidos a la familia, si alguno decaía por el cansancio.

Un guardián nocturno sería el que se ocuparía de vigilar los monitores conectados por las noches, para que así los guardaespaldas pudiesen descansar y estar al cien por cien durante el día.

El agente Kran fue el elegido para suplir esa guardia y así se lo comunicó el dueño de la Agencia a Pen, cuando más tarde lo llamó para avisarle que sus hombres irían a instalarlo todo.

El señor Morrison también regañó un poco al empresario pues lo que había pedido a Mew era imposible de cumplir sin enfermarse, ya que sus hombres no eran robots y necesitaban horas de sueño para desempeñar bien su trabajo.

...-Señor Kanawut, si querían que su hijo estuviese vigilado las veinticuatro horas del día debían haberlo comunicado a la agencia y no pedírselo a mi hombre... Él creyó poder hacerlo y no quiso decepcionarlos pero es imposible.

- Siento haberlo hecho, disculpe.

-Imaginese por un momento que su hijo necesitase protección porque es atacado y Mew está tan agotado que no hubiese reaccionado a tiempo, ¿usted nos reclamaría no es cierto?.

-Mil perdones, tiene muchísima razón siento haber abusado del pobre chico.

-Bien, con esto espero que estemos de acuerdo.... Nosotros ante todo queremos su seguridad pero ustedes también deben poner de su parte.

(...)

Tras el entrenamiento de fútbol, Krist y Gulf llegaron a la casa y allí se encontraron a una docena de hombres instalando cámaras en los distintos lugares de la casa.

-¿Qué coño hacéis aquí?-preguntó molesto el chico al encontrarse dos de ellos en su habitación.

-Hola muchachos-dijo Krist muy sonriente-...¿Qué es todo esto?.

-Son órdenes de Morrison, al parecer Mew lo pidió.

Rápidamente el chico bajó furioso las escaleras buscando al escolta, el cual que acababa de llegar con sus hermanas.

-¿Se puede saber porqué están colocando cámaras en mi habitación y en mi baño?, estúpido metomentodo.

El escolta sonrió mirándolo desafiante pero no dijo nada, entonces este bufó y lo empujó para salir corriendo hacia la cocina con lágrimas en sus ojos.

-¡Te odio!.

-¿Me he perdido algo?-Preguntó Krist desconcertado antes de seguir al chico.

-Mejor no preguntes compañero, no merece la pena- sentenció finalmente el guardaespaldas.

Odiaba ser así pero debía hacerlo, el chico necesitaba saber que su vida y la de su familia no eran un juego y él ante todo estaba allí para protegerlo de todos los peligros, incluso de sí mismo.

Odiaba ser así pero debía hacerlo, el chico necesitaba saber que su vida y la de su familia no eran un juego y él ante todo estaba allí para protegerlo de todos los peligros, incluso de sí mismo

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12. Guardaespaldas - Mewgulf - Primera parte -TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora