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—Sólo ve y cómprale algo, no tiene que ser algo costoso.

JiMin se avergonzaba por las miradas de su alrededor mientras le susurraba al menor, quien se rehusaba a gastar su dinero en un regalo de bodas para Min YoonGi.

—No lo haré—respondió en voz baja al mayor, para después volverse al hombre que cuidaba la entrada.—Somos empleados del novio, de Min YoonGi. ¿No le basta con eso? Déjenos entrar.

—Yo sólo sigo órdenes. Si no tiene un regalo, no entra y listo.

Se notaba cómo la paciencia, tanto de JungKook como del hombre robusto de la entrada, comenzaba a agotarse conforme seguían intercambiando palabras, y el ambiente se estaba calentando.

Lo que JiMin menos quería era llamar la atención, sólo quería ir y ver a ese gerente ser feliz, aunque no fuera él con el que compartiría el altar, y luego irse pasando completamente desapercibido. Así que evitaría las peleas y escándalos lo más posible. De todas formas, no era su boda.

—Iremos a traer el regalo del gerente Min. Disculpe por los inconvenientes.

—Pero-—no le dieron más tiempo para quejarse, pues fue tomado del brazo por el mayor, ambos dirigiéndose a la calle para conseguirle algo a Min.

—Hagamos lo que ordena por esta última vez, ¿sí? Evitemos llamar la atención, Kook.

Parecía que JungKook quería decir algo, pero al final no dijo nada. Estaba por ir a la boda de Min YoonGi no por su propia voluntad, sino para hacerle compañía a su pequeño Mochi. Iba a ayudarlo, entonces no quería causarle problemas por ese mismo motivo. Sería el día en el que su JiMin por fin dejaría atrás a YoonGi, y esto lo motivaba a esperar unas cuantas horas más, dejar de lado su orgullo y darle el miserable regalo.

Estaban listos para darse la vuelta e ir a conseguir algún regalo, pero la repentina llegada de un coche distinto al resto les llamó la atención, y les detuvo por un momento.

El chófer bajó para abrirle la puerta al pasajero. Al rato se pudo visualizar una sofisticada figura, un pie después del otro, y ya se encontraba a la vista de todos los que prestaban atención a la escena.

Mirada seductora e indiferente, piel suave y firme, elegancia en su máximo esplendor. Una persona que sin duda valía la pena, alguien con quien no dudarías en casarte, que no tenía mucha competencia, más bien, que no existía.

Esta era nada menos que la novia, SuRan, quien acababa de llegar.

Por otro lado, Min YoonGi ya estaba dirigiéndose a donde se celebraría su boda.

Un elegante coche negro recorría las calles, con un hombre de piel color canela al volante. Min YoonGi estaba disgustado, sentado en el asiento del copiloto, vestido de traje color noche que hacía juego con el vehículo.

—¿Qué se siente estar comprometido?

El conductor quería iniciar una conversación con Min YoonGi, pero este ni le prestó atención. El pobre hombre con buenas intenciones fue tristemente ignorado, pero no le importó, en su lugar siguió hablando.

—En unas horas estarás oficialmente retirado, no más putas ni secretarios para Min YoonGi, ¿verdad? Jajajaja

El conductor se dio cuenta de lo inoportuno que estaba siendo cuando vio la expresión de Min YoonGi empeorar, así que cambió de rumbo. Sabía que el gerente era callado, pero cuando hablaban de putas no podría evitar comentar; sin embargo, esta vez no fue así. Esta vez, Min YoonGi ni si siquiera tenía el humor suficiente como para insultarle de vuelta. Estaba cada vez más apagado.

• I N F O R M A L • yoonmin +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora