Prólogo

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El comisario salió por la puerta trasera de la comisaría, directo a un callejón por donde no pasaba gente. Sacó su cajetilla y encendió el sexto cigarrillo del día. Los atracos estaban extremadamente pesados ese día y su espalda ya no daba más. Ya no era tan joven y se cansaba con más facilidad. Los años le estaban pagando duro.

Fue cuando dio su tercera calada que lo vio. Un auto frenó bruscamente a la entrada del callejón y un chico cayó de una de las puertas, como si lo hubieran empujado. Seguido de eso un "Para la otra cuidadito con las palabras" se escuchó y el auto siguió su camino. El chico todavía en el suelo bufo tratando de limpiar su ropa e hizo el ademán de levantarse. Por lo que el ruso pudo apreciar, parecía ser un poco menor que él. ¿quizás unos 30? Bueno él tenía 40, no tenía nada que decir en realidad. Fue en ese entonces que el chico se dio cuenta que el chico lo estaba mirando, lo había pillado escaneándolo.

El peli plateado se aclaró la garganta y apagó el cigarrillo para luego acercarse, manteniendo una distancia prudente.

¿Estas bien?

La pregunta salió un poco inestable y algo incómoda. El chico soltó una suave risa y miró sus ropas. ¿Tu que crees?

"Perdone la pregunta caballero,¿ necesita ayuda?."

En ese momento el chico que poseía un corte de cresta color rosa se quedó mirándolo, para luego sonreír de manera picara, pero poco perceptible a los ojos del comisario. Posteriormente asintió con algo de descaro y levantó el bordillo de su camiseta, mostrando un leve rasguño un poco más abajo del ombligo.

"Estoy herido, oficial."

"Bueno caballero, si me acompaña puedo proporcionarle un botiquín. Además, puede contarme porque fue lanzado de un auto de esa forma."

El de piel pálida habló sin inmutarse por los gestos del contrario, con una expresión seria y hasta algo preocupada por la situación.

El pelirosa se apresuró a hablar cuando fue interrumpido por la radio del ruso. En esta informaban que un oficial había sido herido y que querían la presencia del jefe (osea él) de inmediato. Ese fue el momento que el menor aprovechó para zafarse de las preguntas que podría hacerle el contrario.

"¡Uy! creo que lo necesitan. No se preocupe, tengo una amiga que me puede ayudar con mis heridas, vaya a trabajar."

"Como desee caballero, que tenga usted un buen día."

Estas fueron las últimas palabras del comisario antes de desaparecer por la puerta trasera de la comisaría. El de crestas suspiró suavemente y negó mordiendo su labio inferior, reprimiendo una risa. El encuentro había sido interesante y no podía esperar a que se repitiera.

"Hasta luego, comisario..."

~𝒴𝑜𝓊 𝒲𝑒𝓇𝑒 𝒢𝑜𝑜𝒹 𝓉𝑜 𝑀𝑒~      AU Volkacio en TwitterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora