Disclaimer: Los personajes de Inuyasha no me pertenecen, son exclusivos de Rumiko Takahashi. La historia está libre de fin de lucro.
Escritora: Hasuless.
Beta: Mayra Salazar.
Oneshot dedicado a: Millyh Clement.
Cool.
Irasue caminó hacia la entrada de su hogar, ya que había decidido ser ella misma quien recibiría a esa peculiar visita. Una que no había pensado tener en lo que restaba de su vida.
Abrió las grandes y pesadas puertas de par en par, dejando así entrar la fuerte iluminación natural y encontrándose con dos figuras. Una pareja que se tomaba de la mano y sonreían abiertamente.
No había duda. Era él.
—Hola, Irasue —le saludó el hombre de cabellos platinados y mirada ambarina.
—Hola, Tōga —respondió el saludo con su acostumbrada altivez.
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La joven chica terminó por aplicarse el brillo labial sobre sus carnosos labios, y se observó orgullosa ante el espejo de cuerpo completo.
Su corto cabello platinado al nivel de sus hombros estaba totalmente suelto y lacio, mientras que el maquillaje era sutil, perfecto para una tarde refrescante y movida.
Vestía una ombliguera blanca con ciertos patrones bordados, una falda blanca con estampados de rosas y unas sandalias rosas de tacón pequeño. Un atuendo veraniego y coqueto a la vez.
El pitido de un carro la sacó repentinamente de su actividad, a sabiendas de quién se trababa.
Irasue se dio una última mirada al espejo orgullosa de su aspecto, y con una vanidosa sonrisa en su rostro cogió su bolso y apresuró el paso hacia la salida de su hogar.
—¡No llegues tarde! —Escuchó a lo lejos la voz de su madre.
Sin darle importancia a dicha orden salió del pequeño recinto y se encontró con él, que estaba recargado en ese anticuado, pero bien cuidado Mustang del 67 de un hermoso color azul rey.
Tōga se irguió a todo lo alto, alardeando de su más de uno noventa, con ese largo cabello platinado sujetado en una coleta y esos intensos ojos ambarinos que resaltaban por esas cejas pobladas y largas pestañas negras.
Le observó meticulosamente las ropas que vestía, las cuales no le sorprendía, ya estaba acostumbrada a su sencillez. Con sólo vestir con una camiseta blanca la cual era cubierta por una camisa negra que se ceñía al delgado y tonificado cuerpo del joven hombre. Para terminar con un pantalón de mezclilla deslavado y esas desgastadas botas que se negaba a tirar.
—Hola, Irasue —Le saludó con una torcida y coqueta sonrisa.
—Hola, Tōga —respondió con su típico estoicismo.
Tōga sólo sonrió ante la actitud tan peculiar de su novia y se acercó a ella, cogiéndola de la cintura y pegándola a él. Probando por fin esos dulces labios que no se negaron a tal incitación.
—Me acabo de poner el brillo, y tú ya me lo has quitado —le informó al momento en que rompió el beso—. Eres un desconsiderado.
—Tal vez —alzó los hombros restándole importancia a dicha información—. Es hora de irnos.
Él abrió la puerta del copiloto e invitó a la chica a que montara el automóvil. Acción que Irasue aceptó con su acostumbrada altivez.

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Cool
Lãng mạnIrasue vuelve a encontrarse con Tōga, después de años de distanciamiento. Ambos se encuentran en una etapa de su vida llena de estabilidad y plenitud. Pero eso no evitará que los recuerdos vuelvan hacerse presentes con una sensación agridulce. (AU)