Can I have this dance?

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El ponche resbalaba por su garganta, refrescándolo. Se encontraba solo, cerca de la mesa de postres, mientras observaba cómo el resto se divertía en la fiesta de graduación.

Había pasado la mayor parte del tiempo con su grupo de amigos, pero ahora estaba cansado de ir y venir; se había divertido mucho, eso no podía negarlo. De igual manera, tampoco podía negar que desearía poder compartir ese momento con otra persona.

Como una especie de invocación -no podía decir si buena o mala- una rubia bastante conocida se apareció frente a él; no era la persona que él quería ver, pero era su melliza.

- ¿Qué hay, Chad? – preguntó Sharpay casi a gritos debido a la música, mientras se acercaba luciendo un elegante vestido largo en un tono... ¿rosa oscuro?, con hombros descubiertos y encaje en la parte del top.

- Ha ido bien. ¿Qué hay de ti? – le respondió Chad. - ¿Dónde está tu pareja?

- Pff. – resopló Sharpay. – Obviamente nadie aquí fue lo suficientemente valiente para invitarme y tampoco hacía falta, sé cómo pasarla bien sin depender de una pareja de baile.

La joven echó su rubia melena hacia atrás y se situó a su lado.

- Hay algo que necesito decirte, pero aquí hace demasiado ruido. ¿Me acompañas afuera?

Danforth lo pensó un instante. No estaría interrumpiendo nada, pero (aun con todos esos años) no terminaba por fiarse de Sharpay. Soltó un largo suspiro y asintió.

- Claro. Salgamos.

Sharpay dio media vuelta sin más y comenzó a guiar el camino afuera del recinto.

- Ey, ¿hacia dónde vamos? – preguntó Chad, después de un buen rato de caminar sin cruzar palabra alguna.

- Shh. – fue la única respuesta que obtuvo, mientras seguían caminando cada vez más al sur del campus. – La verdad es que a mí también me molesta tener que caminar tanto con estas zapatillas, no quiero que se arruinen. – agregó.

Así siguieron caminando hasta llegar al estadio, entonces Sharpay se detuvo y le hizo una seña.

- Adelante.

- ¿Eh?, pero si no me has dicho nada. – fue la reacción sorprendida que obtuvo la rubia. – Dijiste que necesitabas decirme algo.

- Sí, y ya lo he dicho, "Adelante". – remarcó con un gesto de su cabeza, señalando hacia enfrente. Colocó su mano derecha en sus labios y lanzó un beso hacia el estadio. - ¡Me debes una grande, hermanito! – después de eso, se fue tan rápido como cuando apareció para llevarlo hasta ahí.

Entonces Chad pudo verlo. Poco a poco, una figura se iba acercando de la oscuridad del lugar hasta volverse más visible.

- Ryan...

- Así es, cariño.

Al fin la figura del contrario apareció completamente frente a él. Aunque estaba algo oscuro, pudo distinguir que vestía un traje azul marino, una camisa blanca y un moño que no estaba seguro si era blanco o plateado.

- Te sienta bien el gris. – agregó el rubio luego de un breve silencio.

- Lo siento... - recobró la compostura después de la sorpresa inicial. – No esperaba que vinieras. ¿No estás cansado? Quiero decir, son casi dos días de viaje desde New York hasta aquí...

- Sí, pero eso es en carro. – agregó con una sonrisa de lado, mientras las luces se encendían dejando a la vista un helicóptero que había aterrizado más al fondo. – No estoy cansado, pero gracias por tu preocupación.

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