Doce

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La moto se detuvo junta a la puerta del cine Interestelar, Jimin bajó con cuidado quitándose el casco y se lo entregó al dueño, el rubio le sonreía con el cabello pegado a su cara por las gotas de sudor que tenía en su frente, provocadas por el caluroso día.

—Perdón por molestarte dos días, se que tal vez ya quisieras llegar a tu casa y aún así me traes hasta acá.

—No me molesta— contestó con sinceridad—. Cuando quieras, solo pídemelo. Encantado de ayudarte, lindura.

“Lindura” la palabra resonó en su cabeza como si tuviera eco, sintió el calor en su cara y se imaginó a si mismo con las mejillas coloradas, como en ese momento seguramente. Yoongi lo miraba sonriendo, con ternura. Ternura generada por ver a ese chico sonrojado debido a su cumplido.

—Gracias hyung.— Con algo de pena se dio la vuelta y corrió hacia la puerta de su trabajo, rezando porque Yoongi no hubiera notado el temblor en su voz. Lo cual, si había pasado.











Generalmente todos los días de clases al finalizar la jornada, Namjoon se iba con Yoongi hacia su casa, ventajas de que su hermano tuviera moto. Pero los días que Yoongi tenía que ir a algún otro lugar después de la escuela, o tenía castigo, o simplemente no podía llevarlo, Namjoon se iba con Hoseok.

Hoseok era la definición de esperanza, un chico sonriente que siempre trataba de animar a los demás, veía el lado bueno de las cosas y era un alma de dios con sus amigos. Namjoon toda su vida había estado solo con su hermano, fue un chico solitario igual que Yoongi. Por ende, solo se tenían el uno al otro. Yoongi siempre lo defendió de todo, de los chicos que se burlaban de él, de los que le querían hacer bullying o criticarlo. Incluso se metía en peleas por él , y esto le generaba problemas con sus padres. Pero eso no le importaba, solo quería defender a Namjoon.

Cuando conocieron a Hoseok, sintieron que un sol entro en sus vidas. Hoseok se volvió uno de los suyos, se encariñó con ambos, defendía a Namjoon también. Siempre estaba ahí para ellos.

Namjoon iba tan inmerso en sus pensamientos que no notó cuando debía bajar un escalón. Se tropezó perdiendo el equilibrio, casi caía el suelo si no fuera por qué Hoseok lo sostuvo del brazo.

—Deberías tener cuidado amigo, no te confíes por no tener los lentes.

Volvió a tener el equilibrio y se puso de pie soltándose del agarre de su amigo. Estaban camino a su casa, Hoseok lo acompañaría hasta la parada de bus y después lo dejaría ahí para que él siguiera camino a su casa.

—Me cuesta acostumbrarme a los lentes de contacto— se excusó—. Pero estaba distraído, no volverá a pasar.

—Le gustas a SeokJin, con o sin lentes le gustas. — Nam volteo a verlo, sin saber cómo es que su amigo sabía que ese chico era el motivo por el cual había elegido dejar de lado sus lentes.

—Solo me quiero ver mejor. ¿Conoces a Jin, no?— Que pregunta más tonta, todos conocen a Jin. Su amigo asintió—. Es el chico las lindo del colegio, y yo soy al que siempre molestaron con su apariencia. ¿En serio crees que tengo una oportunidad?

Pero antes de que Hoseok pudiera contestar, una voz conocida por ambos, se escuchó detrás.

—Si, la tienes.

Namjoon volteó estupefacto, ahí estaba Jin. Sonriéndole apenado por haber escuchado sin querer la conversación de los dos amigos. Se acercó a ellos, bajo los rayos del sol, el rostro de Jin se iluminaba, haciendo que su rostro brillará.

—Perdón, se que no debí escuchar —se disculpó una vez estuvo frente a ellos. Hoseok quería reír, no por la situación si no por la cara de susto que su amigo tenía en esos momentos.

Esto, es tan cliché (Y.M)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora