Epílogo.

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―¿Tienes miedo?

Los brazos de San tomaron suavemente la cintura de Wooyoung mientras que este estaba apoyado en el balcón de cemento, su vista perdida en la Ciudadela.
El rubio miró rápidamente a las personas disfrutando del atardecer antes de darse la vuelta y plantar un suave beso en los labios del corredor.

―No te mentiré, si lo tengo, pero ya no es el mismo de antes―sonrió levemente, lo que dijo era verdad, su miedo había disminuido a medida que pasaba el tiempo y sus heridas también habían sanado.

San se acercó a la mano del menor cuándo sus dedos acariciaron sus cabellos ahora totalmente negros. Besó el dorso de la mano y lo atrajo hacia su cuerpo en un abrazo, la cabeza del empresario descansando en su pecho.

―También tengo miedo―se sinceró Choi―Aunque el solo verte o tocarte me asegura que estás bien, así que desaparece.

Cuando ambos chicos salieron del hospital luego de todos los chequeos y el reposo les tomó semanas poder volver a sentirse a salvo, Wooyoung algunos días tenía pesadillas por las noches que involucraban a su padre, a Yeosang o hasta a San, pero los malos sueños se iban cuando el mayor lo tranquilizaba asegurándole que estaban a salvo.
De los dos, el menor era quien demostraba su miedo y lo hacía visible en el día a día mientras que el corredor solo lo ocultaba, ¿cómo iba a demostrar terror siendo que era el líder? Los demás no podían verlo así, no tan débil.

―No debes ocultarlo, San―le dijo uno de esos días Wooyoung, mientras trazaba dibujos en su pecho en los asientos traseros del Audi―Eres humano, tienes sentimientos y eso incluye el miedo. Sé que quieres mantener tu postura e imagen por todos aquí en la Ciudadela pero, ¿crees que no vemos que no duermes? Hemos notado que duplicaste la seguridad y andas paranoico todo el tiempo.

El líder le dió la razón a su pareja, no había dormido desde que sus hermanos desaparecieron ese día y aunque Yeonjun le había asegurado que su hermano no lo cazaría, temía a todas horas que Soobin irrumpiera en su hogar y se llevara a Wooyoung nuevamente o hasta alguno de sus otros amigos.

Estaba aterrado y Ateez lo entendía, había sufrido toda su vida y eso tendría secuelas pero ver a su líder tan destruido no era bueno.
Con el paso del tiempo San logró sobrellevar el sentimiento de que todo sería quitado de sus manos en un chasquido de dedos.

La Ciudadela había vuelto a la normalidad, todo rastro de lo ocurrido esa noche había desaparecido, los miembros de Ateez ocultaron el hecho de que había un infiltrado en sus sistemas y también cubrieron de que había sido uno de los hermanos del líder. De a poco todo volvía a encajar.

―¿Recuerdas nuestra cita luego de salir del hospital?―le preguntó el corredor a su pareja que seguía abrazandolo como si el pecho del mayor fuera lo más cómodo.

La cabeza de Wooyoung se alzó al escuchar la pregunta y a los segundos estalló en una risa contagiando al otro.

―¡Fue de lo peor!―San alzó una ceja ante lo dicho―¡Oh, no pongas esa cara! Te recuerdo que trajiste con nosotros a los chicos y de paso también a los guardaespaldas nuevos.

Bueno si, había sido un desastre porque más que una cita parecía una reunión, pero no pueden culparlo porque en ese momento San quería proteger a Wooyoung con todas sus ganas ya que sentía que sería arrebatado de sus brazos en cualquier momento.

―Solo quería protegerte, Dulzura―un puchero se formó en los labios del mayor y Wooyoung no pudo evitar besarlo.

―Lo sé, lo sé, ¡pero aún así fue muy excesivo!―Jung sonrió y sus ojos brillaron al ver a su pareja feliz― Sabes que te amo y que no me iría a ningún lado.

GASOLINE AND FIRE¹ ― WOOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora