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Despertó alterada, otra vez esa pesadilla viviente que sufrió por tantos años. Se levantó de la dura cama y se acomodó la vestimenta naranja que debía llevar por los últimos días hasta que el homicidio pueda resolverse.

Sus sentimientos estaban encontrados respecto a estar encerrada allí. En parte, se sentía tremendamente inútil y culpable, pero por otro lado se sentía segura. No tenía que estar preocupada de dormir con medio ojo abierto.

Aunque, en sus sueños, revivía el asesinato de su mejor amiga, pensando en aquella navaja carnicera.

—Applejuice, tiene visitas—. La guardia anunció de mala gana, abriendo la celda. Catra sintió los nervios recorrer su cuerpo. ¿Quién podría ser?

Su sistema eliminó los nervios en cuanto vio aquella coleta rubia, pero su corazón, fiel desde el primer día, comenzó a latir de manera desenfrenada con sólo ver su sonrisa.

—Hey...

—Hola, Catra—. Una vez posicionadas en la cabina, sonrieron de manera sincera. Adora había decidido dejar su uniforme en su auto, dispuesta a cambiarse una vez llegue a la comisaría, pero aquella visita la hacía como amiga, no como oficial. La morena notó este detalle, además del café que había traído de cortesía, a lo que sonrió de manera abierta—. Te gustaba con una sola cucharada, ¿verdad?

—Sí...—. Se asombró un poco, ¿cómo recordó aquello? Había pasado tanto tiempo...

—Escucha, sabes que estoy aquí como-

—Lo sé, si no hubieras traído tu uniforme azul estúpido—respondió de manera brusca, causando un pequeño ceño fruncido en la ojiceleste, pero ambas lo dejaron pasar. Así era Catra, después de todo.

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—Oficial, ¿A qué se debe su tardanza?—. Adora se congeló ante la voz de su superior, Netossa, a lo que pensó en algo típico. Seguiría en problemas, pero en muchos menores.

—Me quedé dormida, jefa. No volverá a pasar...

—Más le vale—. Una vez la mayor se fue, corrió hacia su lugar en la oficina junto a su compañera, Glimmer, quién seguía atando cabos de las pistas de la escena del crimen.

—Lamento decirte, Adora, que, de no ser por el arma homicida, Applejuice sería la asesina confirmada.

—Hola, Glimmer. Buenos días a ti también—respondió, rodando sus ojos. Sabía que era el primer caso de la pelirosa, pero también ella sabía que se trataba de alguien cercana a ella y el que le tire aquella información apenas ingresaba a la comisaría no era una buena manera de empezar el día.

Revisó aquellos papeles que miraba todos los días, sabiendo que no encontraría muchas diferencias de lo que había leído ayer, pero debía seguir intentando si quería encontrar-

—¿Adora?—. Levantó su cabeza, algo alterada, para encontrarse con Bow asomado a la oficina.

Ambos se dirigieron hacia la oficina donde el moreno trabajaba, organizando y analizando las evidencias.

—No te das una idea de lo que encontré entre todo el desastre de la escena del crimen—. Levantó una pequeña bolsa con algo en su interior. Adora la tomó, observando más de cerca.

—¿Esto es... una escama?

—Algo así. Es un pedacito de piel del asesino, sólo queda analizar su ADN y localizarle—. La rubia sonrió, agradeció y partió fuera. Aquella noticia sólo indicaba una cosa...

Catra quedaría en libertad.

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—¿Qué?—. Adora sonrió, notando la felicidad en la voz de la morena que sonaba mediante el micrófono de su celular.

—¡Sí! Consiguieron evidencia, así que no creo que sigas siendo sospechosa...

—Esas sí son buenas noticias...—. La rubia comenzó a pensar. Era demasiado bueno aquello, hasta que llegó al punto de que la investigación aún no terminaba. Catra notó el repentino silencio, por lo que se preocupó—. ¿Adora?

—Hay un tema... Tal vez no sea del todo bueno...

—¿Qué no me dices?

—Fuiste testigo presencial del asesinato... Tienes varias pistas sobre el asesino y no sabemos qué tan peligroso o peligrosa es... Además de que seguro debas testificar en otro interrogatorio y, después de toda nuestra conexión, no me van a permitir hacerlo otra vez...

—Ya veo...—. Sonaron dos pitidos graves, era momento de cortar la llamada en el próximo minuto.

—No te preocupes, haré lo mejor que pueda por aquí. Mientras tanto, ve el lado bueno, saldrás de esa pocilga y del traje naranja—sonrió levemente, queriendo animarla. Catra lo apreció, enviando una pequeña risa a través del teléfono, pero esas palabras no la convencieron del todo.

—Nos vemos luego, Adora.

Y la llamada se cortó

Detrás de rejas [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora