Pills.

Capítulo 7.

Muchas gracias por todos los votos, me dan ganas de seguir escribiendo. Audrey en multimedia. <333

Hay ocasiones en la vida en la que nos planteamos varias opciones sobre un suceso que simplemente no conocemos. La primera que se me viene a la cabeza es salir corriendo; no es cobardía, es tan sólo miedo a lo desconocido. La segunda opción es intentar convencerte a ti mismo de que no es real, aunque por desgracia, lo es. Y la tercera, mi opción, es luchar contra ello, aunque, en esta ocasión, no fue suficiente.

Abrí con mi propia llave la puerta de la entrada e hice saber que había llegado con un grito. Decidí subir al salón al no obtener respuesta. Entré en la habitación y vi en el suelo mi maleta; levanté la vista extrañada. Mi madre, que en ese momento había dejado de hablar con los 2 chicos que me miraban de pie, a ambos lados.

-Aquí estás.-Dijo ella en un suspiro.

-¿Qué es esto?-Dije asustada. Los otros 2 me miraban fijamente y eso me incomodaba. Entonces me fijé en el emblema de sus camisetas. Bethlem Royal Hospital (clínica de salud mental en Londres).

Entonces empecé a retroceder lentamente hacia atrás mientras ella continuaba hablando.

-Tus primos me comentaron que hablabas sola algunas veces. Yo sólo quiero lo mejor para ti.-Dijo con una sonrisa forzada mientras hacía una seña con la mano para que me cogiesen.

-No... No me hagas esto.

-Tranquila querida.

Se que lo que hice en ese momento sólo pudo ser una seña de que estaba peor de lo que ellos creían, pero no podía pensar con claridad. Salí corriendo. Bajé las escaleras y dejé mi hogar, al que mentalmente juré no volver. 

Al cabo de unos minutos, Bill, según su tarjeta de información me agarró fuertemente del brazo, haciéndome girar. Sollocé mientras me arrastraban practicamente, ya que no podía mover mis pies.

Mi madre nos miraba desde el umbral del edificio, mientras me iban introducían en una furgoneta blanca. No pensaba irme sin dejar algo mío allí, así que al pasar por su lado, la miré y le solté: 'No te lo voy a perdonar nunca.' y ella empezó a reír, haciendome sentir huerfana, ya que no quería gente así en mi vida.

Definitivamente me había metido en un lío, y no sabía si podría salir de él tan fácilmente.