Capítulo 1

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Capítulo 1.

Son las seis de la mañana, un día después de mi retorno de Idealized y las montañas se alzan tristes con su pico blanco. El sol me saluda desde el horizonte y yo le contesto con una mueca que intenta ser una sonrisa. Por alguna razón hace tiempo que no se me da demasiado bien fingir estar bien, y eso que siempre me ha considerado una experta. Pero con estos lapsus de memoria, todo se me hace más difícil. No podría decir con certeza cuando ha sido la última vez que he visto amanecer en Septentrio. Pero hay algo en mí, hay algo que me dice que ha sido mucho tiempo. Tal vez demasiado, pienso subiendo más la cremallera de mi chaqueta. La nieve aún está tierna y después de estar dos horas sentada, en aquella rama sin hacer nada, comienza el frío a calarme los huesos.

Me siento perdida en un papel en calma y de repente a punto de explotar como la pólvora. Es como si hubiera dejado mi sombra en una esquina y me hubiera abandonado en un callejón. Estoy viva, pienso con una sonrisa irónica, pero no me siento respirar. Todo parece haber cambiado drásticamente, pero no siento nada diferente en mí. Tengo miedo, miedo a lo que haya podido hacer durante este año pasado. Tengo extrañas marcas recorriéndome todo el cuerpo, los brazos destrozados, intentando reconstruirse a sí mismos... Instintivamente me llevo la mano a la muñeca. Tengo grabado como si fuera un tatuaje sujeto #0001. He preguntado a todo el personal de la nave que significaban aquellas palabras pero nadie se ha dignado ni tan siquiera a mirarme.

Vuelvo a acariciarme la muñeca y con un escalofrío a meter las manos en los bolsillos de la chaqueta cuando un chasquido me sobresalta y me despierta de mi limbo. Me giro rápida como un gato a observar mi entorno. El bosque parece un cementerio blanco y los árboles altos y negros las tumbas. Oigo otro ruido extraño y del susto casi caigo de la rama.

-Maldita sea.-susurro sujetándome del tronco.- ¿¡Hey!? ¿¡Hay alguien allí!?

Pero nadie responde. Así que con la mano comienzo a acariciar mi cinturón hasta encontrar la pistola. La desenfundo al oír más ruido. Comienzo a apuntar y cuando pongo el dedo en el gatillo me fundo con el tiempo. No respiro, no pienso. No le hace falta a mi corazón ni tan solo latir. Mi mente se vacía aún más y los pajarillos dejan de cantar. Siento que mi oído es más fino de lo que recordaba pero tal vez es la primera vez que simplemente le doy importancia. Escucho un crujir de una rama e instantáneamente disparo a una mata seca.

-¡JODER!-chilla una voz conocida.

Cuando la figura sale de detrás de la mata comienzo a reír descaradamente.

-¿Sabías que podrías haberme matado?-dice Kevin indignado.

Yo solo río más.

En sus ojos veo a aquel pequeño y pecoso niño de ojos verdosos, que en su niñez fue, con su cabello levemente ensortijado y arremolinado por detrás. Hermoso y cálido, pensaría cualquier persona que tuviera la ocasión de observarlo por un minuto. Nadie que no estuviera acostumbrado a ver diariamente aquella piel tan delicada como el cristal y bañada en oro, por los años de esclavitud en los trabajos del campo, sabría realmente hasta que punto la perfección se puede hallar en su rostro cuando sonríe; sí perfección, no simple hermosura. Lástima que sus labios finos y carnosos, al igual que los míos, no suelan sonreír.

En este momento decido que es más perfecto que nunca y me parece que el rostro que se acerca a mí es su imagen infantil con unos vaqueros llenos de parches y con aquella camisa blanca, la única que tenía limpia en ese momento. Vuelvo a atrás, le recuerdo con el rostro ceniciento, obligándose, girando su rostro hacia las dos columnas de humo y sin emitir sonido alguno despedirse de sus padres mientras apretaba la mano de su pequeña hermana. Me parece que aún conserva esa misma mirada, y que la está reproduciendo ahora contra mí. Bajo del árbol en menos de treinta segundos y corro a abrazarle.

Carpe DiemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora