39. En la oficina

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- ¿Cenamos? –Pregunta Daven, entrando sin previo aviso a la oficina de Alexa. Los empleados salieron un par de horas antes, ella continuaba trabajando y la inesperada entrada del CEO la sobresalta.

- Tengo demasiado trabajo, con todo el nuevo capital y los proyectos que tenemos delante... realmente no quisiera distraerme –responde, intentando justificarse y volviendo la mirada al computador.

- No fue lo que dijiste la otra noche y varias noches anteriores a esa –Daven se acerca y gira la silla para quedar de frente.

- Por favor –susurra ella, cuando la mano izquierda de Daven recorre el interior de su muslo izquierdo y ella se estremece ante la caricia, un leve gemido escapa de sus labios cuando los dedos expertos de él llegan a su sexo.

- ¿Qué parte? –Pregunta, mientras ella se refleja en su mirada intensa y el hace a un lado la pequeña tela de sus bragas con una cruel lentitud.

- Debo trabajar –sentencia, cerrando sus piernas de golpe y obligándolo a alejar la mano.

- ¿En serio? –Daven se reincorpora y la cuestiona, con palpable tedio.

- Debes irte –es su respuesta y gira su silla para continuar con la mirada fija en el computador.

- Estás muy extraña desde que volví del viaje ¿lo sabes? –Ella asiente.

- No puedo ser la amante, no me queda muy bien el papel –decide aclarar la situación y todo lo que ha estado pasando por su cabeza.

- No puedo divorciarme ahora... es niño –Alexa lo mira y sonríe.

- Felicidades...

- Mi familia y su familia... significa mucho para ellos... -Daven intenta explicar que es más que su decisión de separarse de su esposa.

- Lo entiendo –Alexa lo dice como si realmente poco le interesara.

- ¿Lo entiendes? –Cuestiona él, creyendo que la mujer que tiene frente a él, no tiene ni idea de lo que está diciendo.

- No realmente, solo quiero que te vayas, necesito terminar esto... -es la fría respuesta de Alexa, señalando el computador.

- Ven conmigo –insiste él, esperando que la respuesta sea positiva esta vez.

- Las niñas también son increíbles y también deberías considerarlas suficiente para mantener un matrimonio unido –evade su respuesta.

- ¿Por favor? –Pregunta, pidiendo nuevamente que vaya con él.

- Debes enseñarle eso a tu hijo... no lo del matrimonio... –continúa y Daven saca aire en señal de desespero.

- Déjame ayudarte con eso, entonces...

- ¿Por qué no vas a casa? –Él niega.

- Quiero estar contigo –ella lo mira directo a los ojos.

- Ve a casa –sentencia.

- Estoy cansado de ella, de las constantes peleas y acusaciones en mi contra...

- ¿Cuántos meses tiene? –Interrumpe Alexa.

- Seis –él responde, sin saber de qué va.

- ¿No es cuando tienen ganas de sexo todo el tiempo? –Cuestiona ella, tranquilamente, mientras teclea un par de cosas.

- ¿Crees que quiero tener sexo con ella?

- Es tu esposa –responde, haciendo notar que su punto es una obviedad.

- Tú no lo eres y te deseo ahora –Alexa lo mira molesta.

- Ve a casa...

- Dos meses, Alexa. –Lo mira, cuestionándolo– desde que no pasa nada entre nosotros –ella ríe.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora