★29: Noche Estrellada.

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Después de confirmar lo que sentíamos el uno por el otro, caminamos juntos por la playa antes de regresar a nuestras habitaciones correspondientes. Pero no podía dejar de pensar en volverla a besar. Ansiaba deslizar mis dedos por su cabello, desatando su coleta, hasta llegar a la nuca y provocar que el beso fuera más largo.

Era como si hubieran dado rienda suelta a un lobo en un campo de ovejas. Cerré los ojos con fuerza en un intento de controlarme, dando una gran bocanada de aire como si eso pudiera disiparlos.

—Mamura, ¿estás bien? —me pregunta preocupada, rozando su mano como si quisiera que nos tomáramos de éstas. Sonrojada y un tanto indecisa.

Maldita sea. Qué adorable es.

—Estoy bien —le sonreí, entrelazando sus dedos con los míos con delicadeza—. En este momento, me siento inmensamente feliz. Sólo quiero seguir disfrutando de tu compañía.

Sonrojó ante mi comentario y agachó su cabeza sin decir nada. Admito que era halagador que reaccionara así porque eso me afirmaba que le gustaba. Tal vez más de lo que demuestra o de lo que ella piensa.

Estando cerca del hotel, los pasos se fueron haciendo cada vez más lentos. Como si ambos no quisiéramos separarnos. Subimos al elevador en completo silencio y antes de llegar al piso donde ella se quedaba, antes de  que soltara mi mano, la jalé hacia mí y la abracé. Con mis brazos rodeando su cintura, apoyé mi quijada en su hombro.

—Me gustaría verte antes de regresar a Tokio mañana —le comenté, esperanzado.

Ambos sabíamos que íbamos a regresar en diferentes autobuses, de la misma manera en la que llegamos, por lo tanto no nos veríamos hasta regresar a clases. Quizás no iba a transcurrir tanto tiempo, pero todavía me era increíble que me haya elegido. Hay tantas cosas que quiero experimentar con ella, pero temía abrumarla.

Aún tengo ciertos rastros dentro de mí de que esto puede ser simplemente un sueño de verano. Un deseo que yace en alguna estrella fugaz en el cielo.

—Yo también —respondió, colocando su mano con suavidad sobre mi brazo—. Pero no sabría escabullirme sin que las demás se den cuenta.

—Encontraré la forma —la sujeté un poco más fuerte—, sólo espera mi mensaje, ¿de acuerdo?

Ella asintió, sonriendo tímida. Al momento de que las puertas del elevador se abrieron, bajé ambos brazos... e inesperadamente, Trenzas me da un beso rápido en la mejilla.

—Lo estaré esperando con ansias, buenas noches —sale rápido del elevador hacia su dormitorio sin dejarme siquiera reaccionar. Pasé una mano por mi cabello sintiendo todavía esa electricidad familiar recorrer por mi cuerpo.

Presioné el botón del piso inferior, me apoyé en una de las paredes del elevador y metí mis manos en los bolsillos. Suspiré fuerte.

Al llegar a la habitación, pasé a bañarme para mantenerme fresco antes de colocarme la ropa para dormir. Mientras alborotaba mi cabello mojado, caminé hacia el balcón para disfrutar por última vez de la espectacular vista. Meditando en qué podría hacer para ir a verla ahora.

Hasta que de pronto alguien musita:

—Es hermoso, ¿no?

Volteé un tanto alertado. Extrañamente no me había percatado que nadie más estaba en la habitación. Trenzas estaba parada justo a mi lado.

Parecía que seguía teniendo las mismas alucinaciones de la tarde.

—Lo es —respondí sosegado—. Es muy bella.

Rocé mi mano por su mejilla con sumo cariño. Estaba ardiendo como si hubiera corrido. Espera, el calor se siente demasiado real.

Abrí los ojos de par en par.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2021 ⏰

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Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora