Capítulo 3

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4 años después del día final. Portugal, Lisboa.

Sergio

¡Hermano!- abrió la puerta con la típica efusividad que caracteriza a Martin y se lanzó sobre mí para darme un fuerte abrazo.- ¡No puedo creer que me llamarás!

-Hola Martin.- mis palabras fueron más apagadas, como lo era todo en mi vida últimamente.

Pasamos a una casa que, no era demasiado grande ni tampoco pequeña, tenía muchas puertas y varias ventanas, estaba alejada de la ciudad y eso era exactamente lo que buscaba.

-Cuando recibí tu llamado, no podía creerlo! Me sorprende que estés solo, ¿Dónde está tu mujer? .- giré la cabeza y la mirada que estaba en la ventana ahora fue a los ojos de Martín.- ¿No me digas que después de todo te asustaste por la relación? pero si serás cobarde.

-¿Cómo tu mente tan rara puede llegar a suponer algo así? En fin, es una historia larga que en algún momento te contaré pero ese momento no es ahora. ¿Tienes lo que te pedí?.

-Sí querido, ¿cuándo te falle? Lo que no entiendo es ¿Para que todo esto? Primero la compra de esta casa en Portugal, luego los documentos falsos, ahora las matrículas de contador. ¿Desde cuando sos contador Sergio?- Martin se rió con sorna.

-Desde hace cinco minutos, déjate de ostias y dame esos papeles.

-Están sobre el escrito Sergio.- caminé hasta allí, el estudio no era demasiado grande pero estaría bien para poder trabajar. Ahí estaba todo, la documentación nueva, los papeles de los títulos de las mejores universidades con maestría en administración de empresas y todo lo necesario para la nueva vida.

-Martin, gracias por todo. Ahora siéntate te contaré lo que pasó estos cuatro años de mi vida o bueno lo que necesites saber.

-Soy todo oídos mi amigo.

-Bueno bien sabes que esto no es fácil para mi.- me encantaría hacer esto como un lobo solitario pero, necesitaba alguien de mi lado y que mejor que Martin para ello.- Raquel no está conmigo no porque yo no haya querido, sino porque así lo decidió ella.

-¿Ella se fue con lo enamorada que estaba?- los ojos de Martin se abrieron por la absoluta sorpresa.- No lo puedo creer.

-En realidad no se fue, me... entregó.

-¿Te qué?.

-Me entregó a la policía Martin, me entregó cuando terminó el atraco al banco de España.

-Pero que hija de puta!

-Martin por favor.- me subí as gafas y volví a mirarlo.- Estuve más de tres años y medio en un aujero en Marruecos y todavía tengo suerte de estar aquí.

-No lo puedo creer de verdad, ¿dónde está? Le quiero meter un tiro en la cabeza.

-Tranquilo, nadie va a meter tiros a nadie. Vamos a jugar una partida de ajedrez, eso haremos y ahí vamos a mover las piezas de forma lenta y precisa.

-Pero déjate de joder Sergio, de que ajedrez me hablas.

-Confía en mí, por eso estoy aquí. Paso a paso.

-Pero, Sergio ¿cómo...

-Martin, estoy demasiado cansado, más de once horas de vuelo llevo a cuestas y quisiera que no hagamos un interrogatorio.- lo corté en seco no tenía intenciones de compartirle tres años de dolor inexplicable.- Será mejor que te vayas y nos veamos en otro momento, te prometo que te contaré el resto después.- Martín estaba inmóvil frente a mí, no tenía demasiadas ganas de irse pero no estaba en condiciones de lidiar con él.

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