4.2 Siempre

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"De haber sabido que cocinabas así de bien, me hubiera…" No terminé la frase, no tenía sentido. Y su seria mirada, lo confirmaba. Mi mala costumbre de hablar sin pensar, no me había abandonado.

"Me hubiera casado contigo."

Cuánto dolor en sólo cuatro palabras.

Quería pasar el resto de mi vida con él, aunque eso implicase que tuviese que comer tierra a diario. Me sobraban motivos para enlazar nuestras vidas legalmente, pero, evidentemente, era imposible.

Seguí comiendo esos deliciosos platillos que había preparado, a pesar de que perdían cualquier sabor al entrar en mi boca. El amargo presente era lo único que mi paladar percibía y Sasuke, de alguna manera, lo adivino.  Intentado hacerme sentir mejor, colocó el último trozo de salmón en mi plato y ya no pude continuar atormentándome. Le sonreí, sorprendido y agradecido, pues a pesar de ser un gesto pequeño, mi pecho se sintió muy cálido. Con los palillos, partí por la mitad aquel filete y coloque uno de los trozos en su plato.

Me hubiese encantado dárselo en la boca, poco a poco y disfrutar de lo sonrojadas que se pondrían sus mejillas, pero, probablemente, sólo conseguiría que me insulte y me quite el trozo de pescado que tan altruistamente me dió. Nosotros no eramos una pareja cariñosa, ni de cerca.

"¿Recuerdas cuando me diste de comer?" Él me miró curioso por unos segundos. Después, desvió la mirada, quitando importancia al gesto. "Fue muy gracioso, estabas tan rojo como un tomate."

"No es verdad." Su ceño fruncido me confirmó que lo recordaba. Yo reí maliciosamente.

"¿Ya sentías algo por mí, verdad? No podías resistirte ante mi encanto."

"Gilipollas. Termina de comer." Sus insultos no hacían más que darme la razón.

"Hey, relajate. Si yo me sentía igual. Supongo que éramos demasiado jóvenes para entenderlo." Los recuerdos nos invadieron a ambos y nos permitimos perdernos un poco en ellos. En una época donde todo pudo haber sido mucho más sencillo e incluso, natural. Donde mentimos, y buscamos excusas para nuestros sentimientos.

"Si no me hubiese ido…" Susurró, repentinamente, tras un momento de silencio. Me sorprendieron sus palabras, pues nunca mencionábamos ese tema. Espere paciente a que terminase la frase, pero le costaba decirlo en voz alta, por lo que decidí decirlo yo.

"Hubieses terminando saliendo conmigo, imbécil." Quise eliminar la dolorosa expresión de su rostro, por lo que dije la primera tontería que se me pasó por la cabeza. "Te imaginas la cara que habrían puesto tus fans al descubrir que te van las pollas." Reí por la bizarra situación, y por si le contegiaba mi buen humor.

"¿Y las tuyas? Ah, que no tenías." Reí irónicamente y le mande a la mierda.

"¡Sí que tenía!" Omití el desagrable escalofrío que me recorrió la espalda al rememorar la figura de Hinata escondida, malamente, mientras me observaba. "Y tú eras la primera." Le guiñe el ojo y su ceño fruncido volvió.

"Ni en tus mejores sueños, idiota."

"No puedes ni imaginar los tipos de sueños que tenía en esa época." Sasuke pareció cohibido por un momento, pero inmediatamente sonrió, intentado reprimir una carcajada.

"Hubieses sido una pésima ama de casa." Negó con la cabeza, pero mantuvo su sonrisa.

"Pues tú lo habrías hecho genial, así que yo trabajaría y tu ocuparías de los niños."

"¿Que niños?" Su rostro desbordaba confusión ante mi absurda afirmación.

"¡Orochimaru habría estado encantado de crear algunos mini Uzumaki-Uchiha!"

"¿Acaso crees que nos hubiesen dejado tener ese tipo de vida?" Supuse que se refería a los tradicionales habitantes de la aldea. No había pasado hasta el momento, no existía ninguna pareja más allá de lo normativo.  Solo solitarios hombres y mujeres que despertaban la preocupación de sus amigos y familiares por no querer continuar con el legado familiar.

"¿Después de todo lo que hemos pasado, crees que me importaría una mierda lo que dijesen de nosotros?" La graciosa charla se tornó seria, con un ambiente pesado creándose a nuestro alrededor. Llevé mi mano hacia la suya y la sujete, con cuidado, demostrándole mi deseo hacia aquella vida y transmitiéndole con la mirada la frustración de estar atrapados en un presente equivocado. Él dejó de mirarme, abrumado y culpable. Odiaba verlo así, pues el pasado no podía cambiarse y no tenía sentido que luchase contra él.

"Pensándolo mejor… no podría dejar que un amargado como tú cuide de los niños las veinticuatro horas del día. Tendría que pasar mucho tiempo con ellos o aprenderían a fruncir el ceño antes que a hablar." Acompañe mis palabras con un brusco apretón de su mano, indicándole que podíamos profundizar más en aquella herida abierta, pues el dolor era satisfactorio, al menos por unos minutos.

Sasuke, no reclamó y tomé su silencio como una invitación a continuar.

"¿Cuantos niños te hubiese gustado tener? A mí, muchos: tres, cuatro o más… tantos que nuestra casa sea un completo caos donde el silencio no exista."

"Estás loco." Susurró el moreno, cabizbajo, pero tuve la certeza que él era la única persona que podría entenderme. Él sabía lo incómodo y punzante que podía convertirse el silencio en una casa vacía.

"Sería una locura, sí. Vivir juntos, comer juntos, dormir juntos. Todos los días y todas las noches…" Mis rodillas temblaron ante la idea, y mi estómago se contrajo, conmovido. Sasuke entrelazó sus dedos con los míos, aún sin atreverse a mirarme a los ojos, lo cual agradecí. "No creo estar preparado para verte la cara tan amenudo." Mentí y el moreno lo sabía.

Daría todo por esa vida: un cálido, y deseado, hogar al que volver, una persona amada a la que besar, unos niños producto del cariño y no la culpa, un cómodo lecho donde hacer el amor y sinceros susurros antes de dormir.

Sasuke y yo, estabamos perdidos en la nada, pero maravillados, y torturados, ante una realidad alterna.

Era un idiota por cargar con el peso de un presente inexistente, pero era lo único que tenía. Allí, los dos, eramos todo y lo seríamos siempre.

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Notas de la autora:

Advertencia (?)
-En los siguientes capítulos aparecerán Hinata, Sakura y Boruto.

Todo y nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora