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Estaba en el trabajo atendiendo unos clientes.

-Que desea llevar señora? - pregunté a una señora que había entrado al local

-Hijo ¿En cuanto está la pasta?- pregunto esta con curiosidad

-Señora la pasta está en 1$ el kilogramo- respondí sonriendo debajo de la mascarilla

-Okey hijo, gracias - dijo para después irse

-El día ha estado lento y no ha venido casi nadie - Dije a uno de mis compañeros

-Si chamo, es que con el cambio de precios la gente empieza a dudar - aclaro el

-Bueno, es verdad la gente ve que actualizamos los precios y empieza a quejarse, "no que esto está muy caro", y todo por el aumento del dólar y la devaluación del Bolivar -Dije

-Si pero que más se va a hacer? Tenemos que seguir hechando para alante - me dijo el para motivar me

-Bueno también es verdad, no podemos culparnos por eso tenemos que avanzar- dije y de repente suena mi celular- Dame un segundo porfa - le dije a mi compañero para después alejarme y atender a la llamada

-Hola? - pregunté al contestar, esperando respuesta

-Hola, hijo como estás?- pregunto mi madre al otro lado de la línea

-Bien,Bien aquí trabajando-respondi contento

-Hijo... Cómo te digo...-Dijo ella con un tono triste y apagado

-Como decirme que mamá?- pregunté ya un poco preocupado por su tono

-Hijo es que Betobhen tenía días si comer -Dijo ella refiriéndose a mi perro

-Si mamá tu ya me dijiste que tenía tres días sin querer comer  ¿Porque le pasó algo?- pregunté esperando que no fuese lo que yo pensaba

-Hijo *sniff* Betobhen acaba de sufrir un infarto, debe de ser porque ya estaba muy viejo- dijo ella al otro lado de la linea, aunque no la podía ver sabía que ella estaba al borde del llanto

-No no no no, es una broma verdad? Betobhen está ahí verdad? - dije aguantando las ganas de llorar, pero al no escuchar respuesta caí arrodillado soltando el celular y empezando a llorar como niño pequeño, pues ese perro había crecido junto a mi, ese perro lo consideraba mi hermano y ya tenía once años con Migo, recuerdo que me lo regalaron cuando tenía cuatro años, en ese momento todos los recuerdos que tenía con el vinieron a mi y pasaron como imágenes rápidamente por mi cabeza, haciendo que llorara más, no podía creer que estuviera muerto, no podia creer que ya no jugaría más con el.

-Gabriel Que te paso?- pregunto mi Compañero mientras se acercaba rapido

-No... Nada*sniff* es solo que mi perro murió - dije mientras trataba de dejar de llorar

-Chamo lo siento de pana - dijo mientras trataba de consolarme

-No, no importa Adrián - dije conteniendo el llanto

-Chamo estás seguro? Podemos hablar para que te desahogues- dijo El

-No no hace falta - dije intentando tragar el nudo que mi cuello asfixiaba

-Adrián que le pasó a Gabriel - pregunto el supervisor

-Es que le acaban de decir que se murió su perro - respondió Adrián

-Estas bien? - me preguntó el supervisor

-Si, si estoy bien- dije tragando el nudo en mi garganta y recogiendo mi celular del suelo

-Okey- respondió el supervisor

Empeze a secar mis lágrimas e intentar continuar mi día como si nada, pero fue muy complicado porque el pensamiento no abandonaba mi cabeza, los recuerdos de cuando estaba pequeño, de cuando jugábamos, cuando lo alimentaba, todos y cada uno de los recuerdos que tenía con el. Intenté continuar normal pero se notaba que no estaba bien, porque se me veía más decaído y más serio de lo normal y cuando acabó el día finalmente me fui al apartamento donde me estaba quedando (ya que no estaba en mi ciudad) tome un lápiz y un cuaderno y empeze a escribir mis pensamientos en el

Sonrisa Falsa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora