Capítulo II - La Cena

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A pesar que la semana ha comenzado y todo mundo desea que ya sea Viernes para irse de fiesta, o descansar o ir a un paseo.
Las reuniones se vuelven tediosas cada día, pero a Beatriz le encanta su trabajo y no lo cambiaría por otro.

- Beatriz, ¿qué harás esta noche? -preguntó Mariana mientras revisaba unos papeles. Franz estaba junto a ella, revisando unos archivos en la computadora.
– ¿Esta noche? Supongo que ver un poco de televisión.
– ¿Segura? -preguntó Mariana- Esta noche iremos a comer sushi, ¿te apuntas?
– Pues, es que quiero regresar a descansar. -sonrió apenada Beatriz
– Te iré a dejar a tu casa -dijo Franz sin volver a verla- ¿Esa es tu preocupación?
– Pues, algo así. No se preocupen por mi.
– Pues iremos. -dijo Mariana seriamente.

A la salida del trabajo, se pusieron de acuerdo para salir al mismo tiempo. Beatriz y Mariana se fueron juntas. Franz se fue con Elena, Jorge, David y Patricia.

- ¿Y tienes novio? -preguntó Mariana- Ya deja las penas que eres mi compañera, ¿ok? -sonrió
– Pues no. Tengo ratos de no tener novio -rió Beatriz
– Ya es hora de romper esa regla, ¿no?
– Tal vez.

Las dos comenzaron a reír.

Luego de reunirse para cenar, comenzaron a degustar el sushi. Algunos pidieron cerveza, otros soda, y Beatriz una limonada.

- ¡Qué delicia de sushi! -exclamó Elena- Es lo mejor que puede existir en el mundo.
– Eso es tan cierto -respondió Jorge
– ¿Y tu, porqué pediste alitas en un restaurante de sushi? -preguntó Mariana a Beatriz.
– La pregunta debería de ser, ¿porqué venden alitas en un restaurante de sushi? -dijo Beatriz

Todos comenzaron a reírse, incluyéndose Beatriz.

La velada fue muy especial entre los compañeros. Luego comenzó la conversación de la sorpresa que se había comentado desde hace un par de semanas atrás.

- ¿Quiénes son los nominados? -preguntó David en general.
– Espero que sea Elena o Jorge -respondió rápidamente Mariana.
– Elena -dijo Jorge alzando su cerveza

Lo mismo empezaron a hacer los demás. En fin, Beatriz hizo lo mismo.

- Mariana, debo irme ya. Es muy tarde -dijo Beatriz susurrándole al oído.

Mariana se acercó a Franz, le dijo algo al oído. Mientras Beatriz empezaba a despedirse de sus compañeros y tomando sus cosas poco a poco.

- Mañana es Sábado y no hay nada qué hacer, ¿o si? -dijo Mariana en voz baja a Beatriz
– Mañana debo estar en casa. Estoy muy cansada, ha sido una mega semana llena de muchas tareas. Lo siento, Mariana. Te fallaré esta vez.
– Bueno, no te preocupes. Ten buenas noches y disfruta de tu fin de semana.
– Gracias Mariana. ¡Buenas noches chicos, nos vemos el Lunes!
– Bea. Beatriz, iré a dejarte, esperáme.
– ¿Perdón?

Franz se levantó rápidamente de la mesa y se marchó detrás de Beatriz.

- Iré a dejarte, no te vayas -dijo Franz insistiendo.
– No te preocupes, iré sola. Llamaré a un taxi. -dijo Beatriz sacando su móvil para hacer la llamada.
– No… -dijo Franz bajando su móvil con su mano.- Vamos, ven.

Beatriz, guardó su móvil y le siguió a su paso. Llegaron al parque y entraron al auto. Franz encendió la radio y puso música un poco de pop. Puso el seguro y encendió el A/C.
– Te pido que uses el cinturón, por favor -sonrió, mientras él colocaba el suyo.

Encendió el auto y le pidió solamente un poco de tiempo mientras pasaba a la gasolinera. En todo lo que se detenían y llenaban el tanque, le preguntó las direcciones de dónde vivía Beatriz.

Beatriz se sentía un poco apenada porque sabía que podía irse sola, sin necesidad de que alguien pasara a dejarla a su casa. Ella sabía que Franz quería quedarse más tiempo, y que Mariana quizá le había pedido que la fuera a dejar lo cual le incomodaba más a ella.

BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora