Capítulo III - El Amanecer Perfecto

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Reuniones de 45 minutos, se tornaron una costumbre dentro de la compañía. Y por cada cosa buena, implicaba una inmensa celebración, salir por un par de tragos, a comer, a un café o simplemente a pasarla bien en equipo.

Desde que Noah renunció a la compañía, llegó un nuevo Director de Edición y Creatividad. Más exigente pero llevadero. Lo que no sabían hasta esa reunión era que él solamente sería un Director de Edición y Mariana se convertiría en el Director Creativo. Lamentablemente las cosas no son como parecen y un nuevo reto ha comenzado.

Bueno, ahora se ha convertido en una competencia entre todos.

- Buenos días, amada oficina -dijo Beatriz, llegando a su escritorio a las cinco de la mañana.

Comenzó a arreglar sus cosas y encendió la pórtatil. En todo lo que cargaba, fue a la mini cafeteria a prepararse un café y tomar una galleta. Se sentía feliz y lista para comenzar el día. Pensaba que tenía muchas ideas en mente y tenía que ordenarlas.

Al terminar se dirigió nuevamente a su escritorio. Se acomodó en su silla ergónomica y comenzó a abrir su agenda. Muchas cosas por hacer, reuniones pendientes, presentaciones y claro… Ella no se incluyó en la “competencia”.

Colocó sus audífonos y comenzó a escuchar su música favorita. Música para comenzar un gran día. Y para ella, todos los días son perfectos.

Luego de estar bien concentrada en su trabajo, creando scripts. Alguien se sienta sobre su escritorio. Al volver a ver, era el Director de Edición.

- Buenos días Director de Edición y no de creatividad -sonrió Beatriz, quitand los audifonos y mirándole muy contenta.
– Buenos días Beatriz. ¿Qué haces aquí tan temprano? -preguntó
– Trabajando. -respondió con una sonrisa gigante.
– Y gracias por decirme que soy Director de Edición y no de Creatividad. Lo aprecio -echó a reír.- Deberías de llamarme por mi nombre, no sé cuál es la pena.
– Ahh…
– Yo te llamo Beatriz y tu llámame Fernando, ¿te parece?
– Es que suena divertido llamarte de otra forma, pero está bien. Comprendo que quisieras ser también creativo.
– Eres mala. Pero está bien.
– ¿Y tu, qué haces aquí tan temprano? -preguntó Beatriz acomodándose en su silla
– Trabajo. A esta hora vengo, tengo mucho que ver, arreglar, modifcar, crear, preparar. Tu sabes,…
(Entre los dos)
– Reuniones, presentaciones… -dijo Fernando y Beatriz al mismo tiempo.

Comenzaron a reírse luego de haberlo dicho juntos. Como que si estaban sincronizados.

- Bueno, te dejo trabajar entonces. ¿Ya desayunaste? -preguntó Fernando
– Si, una galleta y un café.
– ¿Quieres ver algo genial? -preguntó
– Claro

Beatriz se levantó del asiento y salió de la oficina con Fernando. Caminaron un poco, hacía frío y estaba silencioso. Se acercaron a uno de los restaurantes que pasan abiertos 24/7, subieron al segundo piso y se quedaron justo en una butaca.

- ¿Has probado el chocolate con marshmellows? -preguntó Fernando
– Si y no. Si, pero no con marshmellows.
– La gracia son los marshmellows. No te preocupes, hoy probarás unos.
– Buenos días, bienvenidos. ¿Qué desean desayunar? -preguntó la amable mesera.
– Buenos dias -sonrió Fernando- Quiero chocolate, el mismo, dos. Y dos ordenes de pancakes con fresas salvajes.
– Por supuesto, en un momento se los traigo. -se retiró la mesera.
– ¿Fresas salvajes en un desayuno? -preguntó Beatriz riendo
– Te va a gustar. Te lo apuesto.
– Oye, me da un gran gusto trabajar contigo. Eres muy abierto. Noah lo era pero no tanto así como para conversar y trabajar en una idea.
– Cada quien tiene su forma de trabajar. Pero, ya te diste cuenta que no todo es fiesta ¿verdad?
– Si, claro. Desde el segundo día. Ya tienes una semana no te creas tanto.
– Me encantas, Beatriz. Eres muy diferente a todos con los que he trabajado. Claro, cada quien tiene su propia personalidad. Pero eres muy especial, te importa mucho tu trabajo y eso es tan apreciable.
– Eh, gracias. Supongo. -sonrió timidamente Beatriz
– ¿Sabes porqué te traje acá? -preguntó Fernando
– Para probar el chocolate con marshmellows y los pancakes con fresas salvajes -comenzó a reírse.
– Pues aparte. Solo para que seas más feliz.
– Soy feliz.
– Si, pero más aún.
– Okay.
– Mira a tu derecha, disfrutalo. -sonrió Fernando

Beatriz volvió a ver a su derecha. Estaba amaneciendo, el sol pintaba rosado, rojo intenso, una mezcla de amarillo, naranja. Se veía hermoso. Perfecto para una foto, perfecto para un corazón como el de ella. Perfecto para la vida eterna y ser feliz siempre.

BeatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora