Halcyon

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Enciende la estufa mientras él termina de armar la mesa oxidada y vieja en un rincón del jardín de la nueva casa que han encontrado para pasar el rato.

Esperaba a que el agua empezara a hervir y cortaba cubitos de zanahoria mientras tanto. A su mano llegó un rábano daikon enorme siendo sostenido frente a su cara con cuidado de no pegarle por accidente.

"Deberías agregarle esto también. Osamu hace Buri daikon para mí todo el tiempo, te encantará también".

Lo que empezó siendo un simple pescado asado terminó siendo un platillo tradicional que aprendió a cocinar ese mismo día. Atsumu había sido paciente explicándole y no era de sorprenderse pues sólo él sabía lo mucho que al Alfa le gustaba la comida.

Sus grandes manos tomaron una probada del caldo con el cucharón de madera y sonrieron al instante.

"Está listo".

Por un momento pudo ver el resplandor de su lobo. Los ojos se encendieron en el color más bello.

¿Cómo era posible esto? Cerca de él estaba tan asustado como fascinado. Su atractivo era intimidante. Shouyou llevó una de sus manos a su mejilla y, sabiendo muy bien las consecuencias, tocó la piel con cuidado.

Él, de inmediato, estiró los labios en una señal de disgusto y dejó que sus colmillos se asomaran. Era una muy clara señal de advertencia, sin embargo no tan fuerte como otras que ya le ha hecho.

No retiró su toque, al contrario, empezó a acariciar con tiento hasta que sus manos ahuecadas sostuvieron su mandíbula y oprimía suavemente la piel con su pulgar. Atsumu estaba tibio, calientito, probablemente por haber estado tan cerca de la olla con el caldo. Delineó el fuerte filo del hueso por sobre la carne y, por unos segundos, le enseñó a él sus dientes sonriendo.

Sabía que a Atsumu no le gustaba ser tocado. No le gustan las muestras de afecto ni que se metan en su espacio personal. Es una persona que ha vivido toda su vida sin necesitar de cariños, después de todo. Le había comentado lo raro que era para él un abrazo, que se sentía incómodo siendo besado.

Pero justo ahora, después de que los dos acaban de hacer una comida sencilla para disfrutar del anochecer, en un día que ha estado lleno de alegrías y relajación, Shouyou no puede contenerse.

Ha sido tan bueno, se siente explotar de la felicidad.

Así que acaricia a su Alfa como lo haría una madre con su cría, como lo hace quien ama y procura.

"Cachorro".

Atsumu gruñe. A Shouyou no le importa, continúa ministrando amor con sus manos.

Y, bueno, hoy es un buen día después de todo. Hoy es su día.

Atsumu, en un acto que verdaderamente le desconcierta, cierra los ojos con pesadez y cobija la mano ajena sobre su mejilla con la suya. A Shouyou se le escapa un jadeo pasmado y, por instinto, jala su mano para sacarla de la pequeña trampa. Afortunadamente se detiene antes de arrepentirse porque, con los niveles de adrenalina bajando se da cuenta de que la sensación de su mano pesada sobre la suya por un lado y el calor de su suave piel con uno que otro vello creciendo por el otro era algo que sin duda estaba ganándose un lugar como una de las mejores sensaciones que jamás haya experimentado.

Hoy es un excelente día, un día que recordaría hasta que muriera y más allá de eso.

Tomándose un poco más de libertad, va por sus cabellos. Están más largos que de costumbre este invierno y se sienten suaves estando recién teñidos. Puede oler el tinte todavía, han sido pocos días desde que se retocó las raíces, pero se ve perfecto. La luz del sol se cuela por la ventana rota y le da en la cara al Alfa. Es la molestia de la luz lo que hace que se retire, pero apenas nota que está muy lejos del alcance de su Omega, él regresa, baja la cabeza para que la luz no le lastime los ojos y se deja acariciar.

La Ira del Tirano | Haikyuu!! FF (KGHN | Omegaverse!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora