All five together, back.

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Febrero de 2018

Las grandes gotas de agua, acompañadas de oscuras nubes y relámpagos, cubrían la ciudad de Londres en su totalidad. Las plantas saciaban su sed y la tierra también. Esto mismo daba oportunidades increíbles a la perfecta naturaleza terrestre. Pero el frio era potente gracias a las bajas temperaturas a las que se acostumbraba en el agresivo invierno.

El techo de la casa la resguardaba de aquella lluvia. Reposaba su cuerpo en la hamaca paraguaya, de tonos negros, rojos, amarillos y naranjas, mientras veía hacia al exterior por a la ventana que tenía frente a ella.

El objeto la mecía delicadamente. No solo a ella, Caos estaba en su vientre, durmiendo plácidamente entre el cuerpo y la manta que los cubría a ambos. Una de sus manos vagaba por el atigrado lomo del gato.

Ese mismo día había quedado en juntarse con sus amigos. Después de semanas volvían a juntarse los cinco, al otro día tenían que ir a la universidad, asique debían de aprovechar.

Lo más difícil era salir de la comodidad y el calor de su cuarto, sobre todo teniendo a su minino arriba.

Poco a poco se fue incorporando, dejando a Caos entre la manta para que pudiera seguir durmiendo. Pero el pequeño se levantó, siguiendo a su dueña hacia donde fuera. No sin antes hacer una sesión de estiramientos previa.

Se vistió. Algo abrigado por el frio y algo decente para sus amigos, aunque podría estar tranquilamente con su pijama. Se colocó un buzo negro, el cual le quedaba algo grande al haber sido de Felix, unos jeans claros y sus zapatillas negras. Por último, un gorro negro que cubría su cabeza, dejando su largo pelo rubio por detrás.

Emprendió camino hacia abajo, con Caos en brazos, escuchando como retumbaban sus pasos por el pasillo. Bajó las escaleras rápidamente, dejando besitos en la cabeza de su gato. Él ya estaba muy grande. Y mimado, muy mimado por todos los de la casa.

Roger, quien recién llegaba a la casa, sonrió al ver a su hija.

—Emita —dijo con suavidad mientras caminaba en dirección a ella para depositar un beso en su frente.

Le correspondió la sonrisa, cerrando los ojos al sentir los labios de su padre rozar contra su frente. Amaba lo cariñoso que solía ser con ella.

—¿Vas a salir? —consultó, caminando en dirección a la sala.

—No, vienen los chicos —respondió siguiendo a su padre y dejando a Caos en uno de los sillones cuando se adentraron en el lugar.

—¿No tienes frio? Estás algo desabrigada.

Cuando estaba por negar con la cabeza, algo se interpuso, haciendo que su cara cambiara completamente. Volvió a cerrar los ojos pero esta vez con más fuerza que la anterior.

—Santa mierda —maldijo por lo bajo.

—¿Qué pasó, hija?

Lo había olvidado.

—Soy un grifo abierto a más no poder en este preciso momento.

Sentía la sangre correr en su entrepierna. El primer día de su periodo atacaba con ferocidad. La risa de su padre la hizo abrir los ojos con lentitud, permitiendo ver como Roger la miraba con una sonrisa debido a su expresión.

Casi que corrió por las escaleras, caminando hasta su habitación para poder cambiar su ropa interior antes de que sus amigos llegaran. Pero eso era muy incómodo. Cada segundo se sentía más mojada. Odiaba esa sensación húmeda.

Se le había pasado por completo la fecha de su período.

Aunque el peor momento era colocarse la copa menstrual. Era una de las primeras veces que la usaba y aún no se acostumbraba a ella. Podía estar más de diez minutos en el baño cerciorándose de que esa cosa quedara bien.

Reconocida desde pequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora