Alas de ángel

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Porque al ser este el fin de mi vida deseo amarte hasta que los huesos de este pesado y frío cuerpo lleguen a durar, porque estoy seguro que al saltar recordé tu cara entre penas y que por un instante me arrepentí; me arrepentí de abandonar este mundo en el que vive aquel que tanto amé y por el que tanto sufrí, pero ahora que estoy muerto y que mi cuerpo yace en las profundidades no puedo hacer nada, ya no puedo regresar a tu lado para sufrir por mi mal de amores y las desgracias que conforman mi vida, pero estoy seguro que en algún momento, cuando encuentres esta carta o cuando mi cuerpo esté dentro de un ataúd sufrirás, aunque sea un poco, y a pesar de que suena egoísta, la cruel historia de mi vida no solo será sufrida por mi.

Tal vez esté fuera de lugar mi deseo de querer compartir mis desgracias, pero mis penas son demasiado pesadas para que un par de hombros tan débiles como los mios las soporten, terminé siendo aplastado por ellas en muchas ocaciones pero las esperanzas de llegar al final movían mi cuerpo y mi amor por ti me daba la voluntad para no abandonarte, pero aquí estamos; yo tragando agua después de dar el paso decisivo y tu quizás estés sorprendido, eres impredecible. Tus reacciones son impredecibles, pero estoy seguro que si me hubieran encontrado antes de que muera ahogado me hubieras golpeado por la estupidez que cometí y yo seguiría amándote sin importar qué, y también sé que mi amor por ti esta clavado en mi corazón y se niega a salir y dejarme morir desangrado, o yo me niego a sacarlo y vivir con un hueco en mi corazón; un hueco que ahora está abierto y sangrante, porque al morir te dejé ir y renuncié a este amor tan imposible. Renuncié por cobardía, renuncié a mi amor inalcanzable por tí, mi amor por tí ahora mismo está hundiense con mi cuerpo y se está yendo como se fue mi vida hace varios días; no quiero que sufras pero este es mi desahogo, esta carta es mi salida y la mitad de mi salvación, y soy lo suficiente egoísta como para escribirla y dejar que la encuentres, soy tan egoísta como para dejarte sin avisar y abandonar la vida de sufrimientos que tengo, porque si no dejo una carta, ¿Qué sentido tendría el morir sin liberarme? Los sentimientos que tengo y que no he dejado salir, tal vez no todos pero los más fuertes e intensos; los más importantes y frágiles, esos sentimientos están en esta carta.

Quizás mi pensamiento sea erróneo y solo te estoy causando dolor pero al momento de avanzar pensé en el amor que te profeso, y juro que quise ponerme detrás del barandal pero luego recordé las desgracias crueles que abundan mi vida y no vi hacía atrás, solo camine hasta que ya no hubo suelo debajo de mis pies y caí; caí hacia el agua helada y me hundí como si el peso de mis penas me estuviera anclando a lo profundo, me pregunto si es que tu habrías sido mi salvación si te lo decía, pero fui cobarde y ni siquiera pensé en tus sentimientos porque sabes lo egoísta que soy, aún así dudé. Dudé por meses si dejarte o dejar mi libertad para que mis sentimientos se clavaran en tu espalda y vivir de tus maravillas, pero más que amarte, te dejé ir y al momento de caer mi cabeza se llenó de tu voz y tu vitalidad, aún así no luché para volver contigo. Porque sé que soy una carga y que a pesar de tus constantes negativas tus ojos me demuestran la rabia que sientes por mis estupideces.

Y se que he declarado esto muchas veces, en mis pensamientos, en voz alta y clara o en simples murmullos y balbuceos inentendibles y suaves, pero lo tengo que repetir para poder dejarte ir apenas termines de leer esta carta. Te amo, y sí, por un momento me hice esas tontas esperanzas de que podría ir y llorar en tu hombro, que podría declararme y que me aceptarías o que yo sería lo suficientemente fuerte como para soportar tu rechazo, pero yo sé que tu no me ves con esos ojos y tu sabes que yo no soy tan fuerte como para soportar ese dolor tan agudo. Y ahora que por fin pude confesarlo, no se que cara pondrás o cual es tu respuesta y tengo que recalcar lo obvio, soy un cobarde. Me declaré a ti por medio de una carta cuando mis penas se van con el agua y no puedo abrir los ojos para ver los tuyos, tal vez llenos de asco por la repulsión que se que causa mi presencia o tal vez con empatía y rechazo hacia mis sentimientos, no tengo forma de saberlo. No espero que este amor que te declaro vuele hasta sobrepasar las nubes, porque estoy seguro que tu vas a cortar sus alas y lo harás caer de lo alto, pero aún así te lo confieso; te confieso que mi amor por ti es tan puro que decidí dejarte para que no tengas que soportar mis incoherencias y para que vivas sin tener que compartir el peso que yo soporto, porque tienes tus propios pesos y sería injusto de mi parte darte de los mios para que caigas y te hundas junto a mi, por una vez dejo de ser egoísta y lo soy al mismo tiempo, sabes que solo pongo excusas y yo creo que esta pequeña carta se está alargando un poco, a pesar de que lo creo y lo sé dejaré que te entretengas un poco más y al final volveré a confesar mi amor porque no importa cuanto lo repita o quiera hacerlo, esta vez será la última para que el peso se me quite de encima.

Iwaizumi Hajime, te amo y aunque por ti sufrí, igual te sigo amando y si pudiera te hubiera abrazado antes de venir a morir, pero no pude y creo que es mejor así. Esta es la última vez que te lo diré. Con esto finaliza mi pequeña fantasía, adiós. Vive una buena vida.

––Con amor y penas: Oikawa Tooru.

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