*Capítulo 2.

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Los siguientes días parecieron copias de los dos primeros. Henry llegaba en silencio a su asiento, hacía citas, enviaba documentos y agendaba. En la tarde, Ray lo llevaba a comer, pagando él la cuenta, cosa que lo sorprendió en un comienzo, pero de la cual no se negó.

Por otro lado, no había hablado con nadie más de la oficina, tal vez porque estaban en otros pisos, y ese era únicamente para el CEO. Claro, había estado llamando a los diferentes departamentos para documentos, conociendo por teléfono a algunos directivos.

Era difícil no acostumbrarse a ese ritmo, y en un momento llegó a caer en la dependencia de una vida tan corriente. Su padre siempre insistía en que se fuera al extranjero, él le pagaría todo, pero que hiciera una vida lejos, puesto que esa ciudad, de pies a cabeza, le recordaba a su madre. Aun así, no podía desapegarse al recuerdo de ella, porque temía olvidarlo.

El teléfono sonó, y Henry contesto. Era su jefe por el interno.

—Henry, necesito que vayas al departamento de la revista y recojas un manuscrito—. Algo más impropio del jefe, pensó Henry, afirmando su compromiso con ello.

Organizó su puesto, tomando su celular y la tarjeta que lo identificaba, además de usar nuevamente aquellas gafas que le servían para los reflejos del computador. Subió al ascensor cuando este llegó, y por suerte, sabía dónde quedaba el departamento.

El lugar era gigante, además de tener varias torres, como un complejo. Tuvo que caminar en el interior para pasar de la editorial de comics a la revista. Ese lugar tenía de todo. Desde comics, libros, novelas, hasta revistas y un periódico.

La revista se encontraba separada del resto por una puerta de cristal, donde había letras grandes del nombre de esta. 'Magaz In'. Cutre, pensó. Entró por esta, con su tarjeta permitiendo el acceso.

El lugar era un completo caos, muchas personas corrían entre los cubículos, hacía demasiado calor, y muchos papeles. Había varios diseños de las diferentes portadas a lo largo de la historia en una pared, y algunos estaban tomando café desesperadamente. Era un ambiente completamente diferente al de la torre donde estaba Ray.

— ¿Henry Hart? —. Giró en sus talones, encontrándose a una mujer morocha de cabello trenzado como africana. Esta tenía unos lentes purpura de media luna, rasgando mejor sus ojos.

—Sí, señorita—. Ella lo analizó unos segundos, antes de sonreír, extendiéndole la mano.

—Me llamo Riele Downs—. Henry tomó su mano—. El señor Manchester me dijo que vendrías por un manuscrito de la revista, pero tendré que llevárselo en persona—. El chico no entendió a qué se debía, pero no opinó.

La mujer tomó una gruesa carpeta, y salieron juntos, volviendo por el camino que Henry tomó para llegar.

— ¿Cómo te ha ido en el trabajo?

—Bien.

—El ala del jefe no es muy movida, la verdad—. Parecía alguien muy habladora, a comparación de él, que no era muy expresivo en muchas ocasiones—. Nosotros estamos en fechas límites, y ocurrió un problema con el editorial. El señor Manchester es el jefe de la editorial, lo administrativo es encargado por la gerencia Norm—. Henry se sintió incomodo al saber que todos conocían esa empresa de ejecutivos de su padre. Si había escuchado de este que ellos se encargaban de lo técnico, lo administrativo, acciones y todo ello. Ray era hacia la parte editorial, encargado de todos los departamentos, desde revistas, hasta libros.

Se sentía tan inferior allí, siendo un secretario, sabiendo que podría estar en la gerencia debido a sus influencias. Tampoco las usaría.

Llegaron al ala del CEO, y subieron en el ascensor, encontrándose frente a las puertas de este a Ray hablando por teléfono. Cuando los vio, colgó, frunciendo el ceño hacía Riele. La chica cambió su expresión simpática por una más seria, y caminó, pisando fuerte con sus tacones, hasta el hombre.

Sex appeal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora