Capítulo 5: Fiesta alocada

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Es viernes y sorprendentemente estoy emocionada

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Es viernes y sorprendentemente estoy emocionada. Hace mucho no sentía nada al llegar el viernes, lo tomaba como un día cualquiera, pero hoy es diferente: el equipo de hockey jugará el primer partido del trimestre. Me pareció una locura que fuera tan pronto, pero tal parece que llevaban meses planeándolo.

Estoy nerviosa y ni jugaré.

Me encuentro sentada en la primera banca con Summer. Ella trajo unos pompones para hacer porras y también viste con una bufanda celeste y blanco, los colores del equipo. Para desagradarle los jugadores, es muy fanática del hockey.

—¡Vamos, Tigres! ¡Aplástenlos como cucarachas! —grita agitando los pompones en el aire.

La miro con advertencia.

—Summer, no puedes decir eso —recrimino. Frunze el ceño y saca la lengua.

—Demuestro mi espíritu escolar, no como alguien que estoy viendo —Bufo indignada.

Bien, tiene un punto. No soy de las personas que demuestran su fanatismo. Puedo emocionarme, celebrar, pero sin llegar a exagerar. Vestir con la camiseta de mi equipo o banda favorita no es lo mío.

Vuelvo a disfrutar del partido entre los Halcones de Westpoint y los Tigres de Olmend High. El juego va a mitad del segundo tiempo, ambos equipos juegan bien y los puntajes están parejos. Veo con temor el tablero esperando que logren marcar más puntos. Localizo al número 01, Asher. Él me contó que llevar ese número es un honor, porque solo al mejor jugador se le concede portarlo. Trabajó mucho para conseguirlo y su esfuerzo dio frutos porque aparte de obtenerlo, se convirtió en el capitán. Admiro su dedicación y pasión. Es evidente lo mucho que lo disfruta. Además que ha anotado la mayoría de goles.

Reese tampoco se queda atrás. El número 09 se muestra ágil en la pista, esquivando contrincantes. La coordinación entre todos es maravillosa, saben en qué momento hacer pases, cambiar de jugada y arriesgarse.

Los minutos pasan y los nervios me consumen. El segundo tiempo acabó y está a minutos de terminar el tercero. Van empatados, pero un solo gol de los Tigres los convertiría en ganadores. Uno del equipo se adelanta para obtener un pase de Asher que está siendo bloqueado, este logra esquivar a varios del equipo contrario y con un pase en limpio se lo da a Reese.

—¡Desplumen a esos pollos!

Ignoro a Summer y centro mi vista en Reese. Se desplaza velozmente hacia la meta, empujando a un par de Halcones que se abalanzan sobre él. En un movimiento rápido, tira el disco hacia la portería. Contengo la respiración.

El guardameta actúa rápido tratando de bloquearlo, pero el puck entra sin posibilidad de detenerlo. ¡Gol, es un gol! Me levanto de un brinco y me uno al vitoreo del público justo cuando el tiempo acaba. Reese patina hasta el centro para reunirse con sus demás compañeros, lo abrazan con entusiasmo y le dan palmadas.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora