Proteínas (relato erótico)

69 0 0
                                    

Ángel levanto su camiseta y bajó sus vaqueros y allí estaba ella, en ropa interior. Avergonzándose de su cuerpo magullado y lleno de cicatrices. Más de lo que había llegado a imaginar. Casi todo eran partes moradas o rojas en su piel. En otra circunstancia la habría follado como si no "hubiera mañana". Pero si que habría "mañanas", muchos; porque él no la dejaría escapar como pasó con Cassandra.

Ésta vez no sería tan visceral y se juró a sí mismo, que se rendiría ante el amor loco. Porque si algo no pasaba en años, era enamorarse con locura.
La tumbo en la cama y acomodó los cojines detrás de su cabeza. Le encendió la tv y la beso en la frente. Tan paternalista que pensó que lo mejor sería dormir en la habitación de invitados. Ángel salía de la habitación cuando Paula le gritó...

-¿Dónde vas?
- Voy a trabajar un rato y dormir en la habitación de invitados.
-¿Qué es lla vida sin locura, Ángel?
-Pues no lo sé.
-La vida sin locura es una mierda. Ésta es tu habitación, así que dormimos juntos.
-Pero ronco.
-Estoy acostumbrada, he dormido con el bulldog francés de mis padres.
-¿Me estás llamando perro?
-Puede... -Dijo entornado sus ojos y arrugando su nariz.

Ángel volvió sobre sus pasos, se sentó en el borde de la cama y hundió su mano entre su pelo. Memorizado uno a uno el tacto se las hebras de su pelo. Creando una imagen perfecta para futuros recuerdos, sueños... La quería completa y a otros, como ahora. Pasaba su dedo corazón y anular entre sus labios, cual barco a la deriva mientras ella, sacaba tímidamente la punta de su lengua, llenando sus yemas de ardiente saliva. La agarró y acercó sus labios con los suyos mientras se retaban con la mirada. Paula lo besó, entrelazadas su lengua con la de él, mientras comenzaba a notar una ligera humedad entre su tanga.

Metió los dedos entre los huecos de los botones de su camisa y tiró fuerte. Haciéndolos saltar uno en uno en un efecto dominó. Salió bien, como en las películas. Fantasía cumplida. Lo tumbó sobre la cama y subió encima de él en pose felina. Mientras hurgaba para desabrochar su pantalón, daba pequeños bocados a su labio inferior. Ángel intentó frenarla, no estaba en su mejor momento para embestirla, pero no pudo evitar dejarse hacer.

Bajó sus pantalones y su polla saltó por las ganas. Estaba muy dura, caliente y mojada. Paula miró a Ángel de esa forma en que lo volvía loco y comenzó a lamer su polla.

Primero su lengua rodeaba su capullo y poco a poco, bajaba por su frenillo, el tronco hasta llegar a los testículos. Succionaba su glande mientras su cuerpo se movía como si estuviera siendo embestida. Ángel recitaba mentalmente a Neruda para evitar correrse tan pronto. Paula metió la polla hasta el fondo de su garganta, mientas ella sacaba la lengua para que entrase un poco más. Ángel movía su cabeza buscando su placer hasta que Paula dió la primera arcada y la sacó rápido, haciendo que cayese un reguero de babas por su pecho.

Paula se subió encima y la metió despacio, apretando con su vagina. Moviéndose lento, casi podía decirse que le frotaba la polla desde dentro. Mientras que de su sexo caía flujo mojándolo bien. Él no podía dejar de mirarla a los ojos, que ahora eran como los de una gata y el grosor de sus labios, que eran mucho más rojos.

Su espalda se arqueada y sus pezones se erizaban. Ángel la agarró fuerte del culo mientras la sacudió con fuerza. Sacó su polla y no pudo evitar correrse mientras ella lo lamía.

-No te lo tragues si no te gusta.
-Es mi batido de proteínas antes de ir a dormir.

He visto cómo me mirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora