El Amigo J

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Daban las 5 a.m, las sirenas de los oficiales resonaban por el lugar

Una señora estaba llorando en el suelo de la sala de estar, mientras los oficiales se llevaban un cadáver.

¿Qué estaba pasando?

El oficial empezó a leer la carta que había dejado el joven antes de morir.

— Sólo quiero contar esta historia para terminar con esto de una vez...
Cuando llegué a la edad de 8 años, me encontré con un amigo llamado "J", junto al árbol que estaba cerca a mi casa. Siempre me acompañaba a todos lados.

Era mi único amigo en la primaria, y casi siempre venía a casa a jugar. Aunque su lugar preferido era el árbol en el que nos conocimos.

J era quien me protegía de todos... Si alguien me hablaba mal, al día siguiente le ocurría algo que hacía que se disculpara conmigo, casi rogándomelo. Por esa razón, los otros niños ya no se me acercaban para nada.

Entré a la secundaria y conocí a mi grupo de amigos, y así, poco a poco me fui olvidando de J.

Así, transcurridos 3 años desde mi llegada a la secundaria, me volví a encontrar con J en mi casa.

Yo ya tenía 14 años, y, recordar esos momentos que pasé con J, me hicieron acceder a ir al árbol por última vez.

J se subió a la rama más alta, creo que era su favorita, y yo sólo me subí a la primera rama... Nunca pensé que ese encuentro iba a marcarme para siempre.

Lanzó una cuerda vieja desde la rama, corta, y con un nudo al final.
La cuerda se veía un poco desgastada, y al ver más de cerca, tenía pequeñas manchitas de sangre.

Cómo era de esperarse, sentí que algo andaba mal. ¿Qué harás con esa cuerda? Pregunté.

J sólo sonrió y me dijo que esa era su cuerda, y que con ella, se había quitado la vida unos años atrás.

Me quedé perplejo al ver cómo J empezaba a cambiar de aspecto, se notaba muy enfermo y cansado, con una marca severa en su cuello.

Bajé y salí corriendo, sin pronunciar palabra alguna. En el camino, miré atrás y vi que J sólo se quedó en su rama. No lo volví a ver en 2 años.

Ahora, tengo 16 años, y J no deja de estar conmigo, había regresado...
Siempre me incitaba a acompañarlo, me entregaba varias cuerdas con nudos, algunos mapas con acantilados, o hasta quería que saltara a la autopista.
Resistí por 3 meses más, pero, al fin y al cabo, J era mi amigo, él quería lo mejor para mí.

Ahora, si lees esto, estoy muerto, pero estoy con J, mi mejor amigo, estoy bien. —

Los oficiales encontraron una cuerda oculta de entre las ramas, pero algo perturbador estaba aún más escondido.

Uñas, cabellos y hasta dedos enteros estaban en una caja de madera.
Todas las cosas que estaban ahí, eran de personas diferentes, y se logró identificar que 1 de los dedos era del joven que acababa de morir.

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¡Espero que les haya gustado!

Sayonaraaa

Pequeñas Historias a las 3 a.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora