kpop AU Una foto de un beso circulaba en los periodicos: dos miembros del grupo Karmaland estaban saliendo.
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¿Qué haremos?
Samuel podría quedarse sin cabello estos días, nadie podría culparlo por su reacción. Todo podía salir mal en este momento, solo por un pequeño descuido. Que su empresa dejara o no que el mundo supiera de su relación era importante, pero era el menor de los problemas. ¿La empresa lo sacaría? ¿Cómo afectaría a sus compañeros de grupo? ¿Cómo afectaría a su Rubén? Él no tenía culpa alguna, Samuel fue el que se confesó primero, Samuel fue el que lo besó en público pensando que nadie los vería.
Rubén se había portado tan distante en estos los tres días más largos de su vida, era 31 de diciembre y no planeaba celebrar. No podía ir con su familia a mentirles en su cara o a decirles que era homosexual y aparte estaba metido en el escándalo de su vida.
Sus compañeros de grupo solo pudieron darles sus miradas preocupadas antes de irse a sus pequeñas vacaciones por el fin de año, sólo estaban él y Rubén. Más tampoco podía decirle algo más que un "lo siento", todo era su culpa; y el rubio, al no dirigirle la palabra le decía que este también lo sabía y se arrepentía de haberse dejado llevar.
Pidió algo de comer, había estado comiendo tanto estos días. Pidió algo para el rubio también, aunque al contrario del él este apenas había comido o salido de su habitación. Se quedó en su escritorio solo pensando hasta que el timbre lo sacó de su ensueño, observó su lapicero en el papel, sólo había dibujado círculos y el borrador de su carta de disculpas seguía vacío.
Cuando salió de su habitación hacía el comedor paró en seco, el rubio con ojeras prominentes en sus ojos y labios resecos había dejado la comida en la mesa. Parecía que la última vez que lo vió fue hace una enternidad.
—¿Puedo comer contigo?— Una frase tan sencilla a la vez que tensa fue la rompió el silencio entre ambos.
—Claro que puedes.— Samuel dijo tanteando la situación, todo era tan surrealista, como si estuviera viendo la vida de alguien más.
Colocaron la mesa en silencio interrumpido por los cubiertos rozando con los platos. Comían intercalando miradas sútiles y muy rápidas, la mente de Samuel estaba dispersa en todo, parecía querer repasar todas sus decisiones desde el día de su nacimiento hasta poder encontrar las palabras correctas para iniciar una conversación. Supiró.
—Lo arruiné todo.— Samuel soltó finalmente armándose de valor para rozar con sus dedos la muñeca izquierda del rubio.
—Lo arruinamos todo, en resumen.— Rubén también suspiró al terminar la frase, el rubio apartó su plato vacío y también busco tocar las manos del azabache.
—He estado hablando con mi madre estos días, me pidió conocerte.
Samuel volteó a verle extrañado sin decir alguna palabra. Estar callado parecía ser su nuevo mantra. Rubius esperó las respuesta que nunca llegó.
—Si no quieres no, pero vas a conocer a tu suegra tarde o temprano.
—Pensé que estabas molesto...
—Estoy molesto con la vida, contigo no. No deberíamos pasar esto porque periodistas quieren ganarse platita.— Se detuvó un momento antes de continuar. —Me encerré porque no quería terminar desquitándome contigo. Ya sabes que soy tan dramático como tú. Lo siento.
Rubén lo miraba arrepentido, y Samuel se olvidó de sus preocupaciones por ese momento. Su niño incluso con ojeras se veía tan guapo como siempre.
Tal vez las cosas estuvieran bien después de todo. Incluso si lo despedían Rubén y él podrían buscarse la vida en otra parte. Tener un lugar juntos y cenar juntos todos los días después de su jornada laboral, donde sea que ellos dos fueran a trabajar.
—Ven aquí.— Samuel se levantó de la mesa para poder besar suavemente a su novio. —Vamos a festejar el año nuevo antes de que algo nos lo quite.
Tal vez, solo tal vez, despertara mañana y sus problemas desaparecerían al lado de Rubén.
