Capitulo XIII

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-Mi niña querida, deja que por fin tenga el honor de presentarte a su Señoría, Lord Rochsmith.-

-Señora, por favor. No es necesario tanto preámbulo, mis títulos son nada en comparación a las virtudes de las que tanto eh oído, de lady Madelyn. En todo caso yo soy el honrado- replico amigablemente el marqués.

-Un placer verlo, milord. - dijo por toda contestación a la vez que hacia una pequeña reverencia.

El pareció ser el único en la sala en notar que dijo "verlo" en lugar de "conocerlo" lo cual pareció divertirle.

Hechas las debidas presentaciones los demás parecieron entender que ya nada más tenían que hacer y se volvieron a sus actividades en las que estaban antes de esta pequeña interrupción. Solo Madelyn y Nate quedaron de pie en sus lugares. Un silencio incomodo se posó entre ellos. Si saber que más hacer o decir, gesticulo algo que ni ella entendió y torpemente se dirigió hacia donde lady Elionor. Ya que la superflua y hasta ridícula platica que llevaban acabo sus contemporáneos no le interesaba en lo absoluto, pero no quería estar sin compañía por temor a tener una plática incomoda con cierto caballero.

El por su parte se dispuso a hojear el periódico antes ya hojeado por lady Elionor. Al parecer el susodicho periódico había sido destinado ese día distraer aburridos londinenses. Madelyn no perdió de vista ninguno de los movimientos del joven. Sintió cierto alivio de que no insistiera en venir hacia ella, aunque también, algo desilusionada.

-Esta algo callada el día de hoy – apunto lord Wrimaud, a la vez que se situaba junto a ella- ¿Está todo bien?

-Oh, no sabía que daba tan mala impresión. No se preocupe usted por mí, estoy perfectamente bien. Seguramente solo es el cansancio de la noche anterior.

-Espero que así sea. ¿Me permite sentarme con usted un rato?

-Desde luego, tome asiento, por favor. - respondió a la vez que forzaba una sonrisa.

-Bueno, no es mi intención sentarme junto a usted y guardar un silencio de muerte toda la tarde- dijo en tono divertido después de un largo silencio.

-¿Que propone para romperlo? – respondió en el mismo tono. Algo era seguro, lord Wrimaud por alguna razón siempre la ponía de mejor humor. Era un joven lleno de alegría y vivacidad que era imposible no contagiarse un poco al estar junto a él.

-Mmm...que le parece, si me cuenta algo sobre usted, lo primero que se le venga a la mente. – dijo después de un pequeño rato de meditación

-¿De mí?

-Si le parece correcto y desde luego, yo también le contaría algo, después de usted-

-Hecho. Tengo que reconocer que nunca me habían hecho este tipo de propuesta, así no tengo idea de que responder. A ver... ¿Lo primero que se me venga a la mente? -

-Mis flores favoritas son las amapolas. Ya que eran las favoritas de mi madre y cuando aún vivía, y sentía fuerzas suficientes, salíamos en el verano a recogerlas a la pradera detrás de Collinwood Hall. Cada verano, desde su muerte, voy y recojo un gran ramo y lo pongo en mi habitación. Aunque este verano perdí esa tradición al venir a Londres.

-Seré sincero, no sé cómo responder a eso- respondió algo confundido el joven. Que al parecer no esperaba causar ese tipo de confesión.

-No tiene que hacerlo- dijo a la vez que reía un poco - Ni yo sé porque le conté todo eso. Creo que solo le dije lo primero que se me vino a la mente. Creo que rompí un poco sus expectativas.-

-No, claro que no. Creo que siguió mis instrucciones al pie de la letra. Bien creo que es mi turno. Aunque no creo que sea tan profundo como lo que usted acaba de decir.

Cartas de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora