Una triste chica de piel nívea caminaba bajo la noche estrellada de París, pero esta noche se sentía diferente, no sentía ese sentimiento hogareño en su ciudad como sucedía habitualmente, pues no podía estar del todo bien sabiendo que dentro de unos minutos estaría a punto de romper un corazón. Probablemente el mejor corazón de todo el mundo.
Quería corresponder sus sentimientos, y en parte lo hacía, pues le gustaba estar con él, le gustaba ese brillo en sus orbes azules cada vez que la veía. El problema es que no lo amaba como sí lo hacía con un rubio de ojos esmeralda.
No amaba a Luka como él la amaba a ella. Y eso dolía.
A ella también le dolía tener que rechazarlo, sabía perfectamente que se podía enamorar de él, pero ahora no. Pues después del viaje a New York, se dio cuenta que a quien amaba era a Adrien, y Marinette no quería mentirle a su lindo ojiazul. A él no.
Le haría más daño de lo que estaría haciéndole ahora, y también a sí misma. No podía seguir con esto. Tal vez no llegue a estar con el ojiverde, pero al menos no estaría en una relación con alguien que no amaba. O al menos no del todo.
Se detuvo frente al río Sena, dejando que el viento acaricie su rostro y mueva sus mechones azabaches.
— Hey ¿Qué tal el viaje, Mari?
La mencionada ladeó su cabeza hacia esa voz, voz que conocía a la perfección. Y lo vio, con su sonrisa radiante, que a pesar de estar de noche brillaba junto con sus zafiros como si fuera la única luz existente; lo vio con su guitarra colgando en su espalda, y sonrió nostálgica al recordar la canción que con tanto amor le había compuesto; vio como sus mechones azulados se movían ligeramente a causa del viento. Lo vio siendo él... siendo como solo él podía ser. Siendo Luka, su Luka.
Mientras el pelinegro se acercaba a la apagada ojiazul, un montón de flashes junto con él hicieron acto de presencia en la mente de la chica: Lo vio el primer día que se conocieron, regalándole ese broche de Jagged Stone. Luego en la pista de hielo, patinando junto a ella y dándole las más brillantes de sus sonrisas, aunque todas eran brillantes y genuinas cuando se trataba de ella. Los vio juntos en las pruebas de Kitty Section, ayudándole con los vestuarios. Los vio juntos enfrentándose al padre del cantante XY. Los vio innumerables veces y se maldijo por no corresponder totalmente sus sentimientos, a pesar de todas las situaciones en las que se encontraron juntos.
¿Con Adrien a pasado cosas así? Por supuesto que no, por eso necesitaba frenar toda esa situación, quería un tiempo para ella, sin tener que pensar en amores, en ese tiempo se enamoraría de Luka, estaba segura. Porque estaba a punto de hacerlo. Pero primero quería arreglar las cosas y renunciar al amor que le profesaba a aquel rubio.
Los vio en muchos más momentos, Luka dándole siempre ánimos para con Adrien ¿Cómo puede ser tan bueno? Debería ser demasiado doloroso ver a quien amas sufriendo por otra persona, y que después de tiempo, siga amándola.
Era la peor persona del mundo y Luka el mejor. Simplemente no lo merecía, no soportaba que él esté sufriendo por alguien tan tonta como lo era ella.
Se le partió el corazón antes de siquiera poder romper el del pelinegro, quien al ver las lágrimas en los zafiros de su amada, no dudó en correr hacia ella y acurrucarla en su pecho. Hecho que agradeció Marinette de sobremanera, y decidida a hacer aquello que sabía era lo correcto para todos, hizo sus manos en puños en la camisa del chico, arrugándola también.
— He aclarado mis sentimientos...— habló entre sollozos — Pero no quiero perderte, no a ti, Luka.
El pelinegro entendió a la perfección, pues si ella hubiera correspondido sus sentimientos no estaría llorando. La amaba, amaba a su linda azabache, y sabía que aún no estaba a la altura de ser querido como lo era su oponente, pero también sabía que sí lo quería de esa manera, más no lo amaba. Solo era cuestión de tiempo, estaría con ella apoyándola como siempre. Aún así dolía, dolía demasiado, sin embargo, tenía que ser fuerte para ella, tenía que ser su fortaleza.
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Broken Hearts (One-Shot)
Short Story- Tu indecisión me lastima, Adrien. Eso fue lo que una vez Kagami le comentó al rubio. Y cuanta razón tenía. Aunque no lo creamos, las acciones de los demás llegan a afectarnos, de una forma u otra nos influye a nosotros también. Es por eso que siem...