01: Una Invitación

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¡Hola bebecitos de luz fans de Saint Seiya! Decidí empezar a publicar este fanfic en esta página también luego de que me pidieran permiso para subirlo. Mi apodo para este fanfic es mi "bomba" porque es un compendio de casi todo lo que tenía ganas de escribir de mi OTP conflictiva, Shaina y Seiya. Es un engendro de miel, angst, gente inadaptada y posters de barquitos.

En él encontrarán romance, angst, Shaina siendo neurótica, Seiya intentando entenderla, muchos paseos por el Tokyo genérico que aparece en el anime, slice of life, y un lemmon. Están advertidos. Este fanfic está hecho con cantidades obscenas de Shipping y básicamente están todos o casi todos mis headcanons de esta pareja.

ADVERTENCIA IMPORTANTE: Este fanfic contiene grandes, muy grandes dosis de ShainaxSeiya. Si no les gusta esta pareja, si es su NOTP, si quisieran mejor estar leyendo yaoi, si tienen ganas de comentar que esta pareja nunca será canónica, si prefieren leer SeiSao, les recomiendo de todo corazón no leer este fanfic. Mejor vayan a leer de su OTP (seguro que hay un montón de fanfics allá afuera, aprovechen) y pasen una muy bonita tarde. ¡Saludos!

Capítulo 1

Una Invitación

La guerra la había dejado con demasiadas cosas que sanar. Como cuando uno deja de correr y aún así sigue agitado, el frenesí había dejado paso a una lenta recuperación. Una lenta, y para muchos como ella, dolorosa recuperación. Y en su caso no se trataba de un dolor físico.

Porque era doloroso cuestionarse.

¿Por qué no lo había seguido hasta el mismo infierno? ¿En dónde quedaba ella si no había peleado en la guerra más importante? El destino no le había dado una oportunidad para redimirse, para limpiar la oscura mancha que era su pasado. Y tampoco le había permitido disfrutar de esta nueva vida en el camino correcto.

— ¡Garra de trueno!— gritó, destruyendo un árbol como si este estuviese hecho de papel. Los pedazos cayeron a su alrededor, con chispas aun parpadeantes por unos segundos. La amazona apretó los puños descubriendo una vez más que hacer esto no curaba del todo sus dudas.

Desde el final de la guerra, Shaina de Ofiuco había tomado la costumbre de pasear por la noche entre los árboles del bosquecillo cercano, sola. Completamente sola. Con sólo el ruido de sus pasos en la hierba fresca y el murmullo del bosque como compañeros. Esta costumbre aun le resultaba exótica: Pese a su carácter huraño y su nulo aprecio por el resto de las personas, no estaba acostumbrada a tanta soledad. A tanto silencio.

Creó unas descargas más en sus manos y las observó aparecer y desaparecer en la palma de su mano.

—Qué silencio...— murmuró. Desde que todo había pasado se dio cuenta de que llevaba muchos años camuflándose entre multitudes de seguidores. Era útil tener a quién darle órdenes, y a quién mirar por encima del hombro cuando necesitaba reafirmar su poder. La hacía sentir invencible, y sobretodo (ahora se daba cuenta) la mantenía a salvo de quedarse sola con sus propios pensamientos.

Cuando estaba a la cabeza de un grupo de guerreros, no necesitaba pensar. No necesitaba cuestionar sus propios actos, ni su modo de ser. Sólo cerraba los ojos y disfrutaba de su propio poder, acercándose peligrosamente a sentirse como un dios.

Observó uno de los árboles a su alrededor y se preguntó mentalmente si derribarlo o no.

—Bah, ¿Y eso en qué me ayudaría?— se respondió, antes de echarse sobre el pasto. Observó el cielo sobre su cabeza y sobre la copa de los árboles. "Es extraño" pensó "entre más tiempo a solas paso, más pienso cosas en las que no quiero pensar... pero cada vez me gusta más..."

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