Prologo.

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El  «Te amaré en esta vida y en la siguiente» más que una simple frase, fue una promesa. 

Una promesa que perduró después de la muerte. Una promesa de amor susurraba bajo un manto de estrellas horas antes de sus muerte, mientras miraba aquellos extraordinarios ojos verde grisáceos con motas púrpura alrededor de sus iris y un aro púrpura brillante alrededor de todo el ojo de su amada.

Unos ojos tan increíbles y hermosos que, curiosamente, le causaron la muerte en su primera vida. Ella era una bebé recién nacida de piel morena y extraordinarios ojos que aterraron a todos en el hospital, incluso a la propia madre de la bebé. Esos ojos sólo podían ser producto del demonio, de algún brujo o alguna magia negra. O, por lo menos, eso fue lo que pensaban en esos momentos.

Él fue el doctor que llevó a cabo su riesgoso nacimiento.–la niña estuvo a punto de morir tres veces durante el parto, hasta que él entró al lugar, empujó al otro doctor y salvó a la niña.–, pero los padres al ver semejantes ojos, le rogaron la muerte de ese "demonio". Por lo tanto, también fue el doctor que llevó a cabo su muerte.

Horas después del suceso, sospechosamente, el doctor murió sin ninguna razón aparente.

En la segunda vida, él nació con una extraña marca en la espalda. Ella era una oficial de policía, que al verle de casualidad un día en donde él se encontraba cabizbajo bajo de la lluvia, con el rostro ceniciento y confuso, con el cuerpo semi desnudo y la mirada perdida en sus pies descalzos, lo asesinó.

Ella lo asesinó injustamente al ver la extraña marca en su pecho, movida por un odio ciego y una incesante necesidad de venganza bajo el falso pretexto que esa marca pertenecía a una secreta organización de mafiosos. Eso fue lo que le dijo a los demás oficiales y a la familia del extraño chico.

No sabía porqué. Pero apenas ella le vio, sintió una necesidad de asesinarle lenta y agónicamente, de verle morir.

Curiosamente, minutos antes de morir y de que apareciera aquella oficial, el chico había recordado aquella bebé de extraordinarios ojos verde grisáceos con rastros púrpura que él mismo había asesinado en su vida pasada.

Creyó enloquecer, nunca había visto aquella bebé en su vida y le pareció extraño como su mente logró imaginar algo tan vívido y algo tan hermoso como aquellos ojos. Sin darse cuenta, ya había salido de su casa y estaba en medio de la húmeda calle bajo la lluvia.

Alzó los ojos con sorpresa y los clavó en la oficial de policía a unos diez metros de él.

Observó con fascinación aquellos ojos verde grisáceos con rastros púrpura de la menuda oficial de policía, que no parecía tener más de veintitrés años, y lo supo.

Supo que iba a morir a manos de ella.

Era casi como si, inconscientemente, había salido para su encuentro. Como si había había salido a esperarla, a esperar su muerte.

El desconcierto se hizo presente ante ese pensamiento y, segundos antes de morir, lo había recordado. Había recordado toda su vida pasada. Había recordado cómo salvó la vida de esa inocente bebé y como minutos después la había asesinado. Murió bajo la lluvia con la certeza de que, algún día, volvería a ver aquellos extraordinarios ojos.

La oficial, sin embargo, había observado el desconcierto en los ojos del chico, que habían cambiado a comprensión, luego a dolor y finalmente a arrepentimiento.

Esa mirada se quedó clavada en la mente de la oficial, atormentándola toda la noche. Exactamente ocho horas después, la oficial murió sin razón aparente.

Desde el momento en que el doctor la salvó de la muerte en la vida pasada, se había creado una conexión entre ambos. Y, desde el momento en que el doctor la asesinó, estaban destinados a reencarnar y reencontrarse. Había una extraña deuda entre ellos que debía see saldada.

En esta vida y en la siguiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora