The end of the hall [Ver. A]

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Sus ojos se empezaban a sentir pesados, sus párpados poco a poco iban cediendo al cansancio; KyungSoo detuvo el auto a un lado de la carretera, había conducido por cuatro horas seguidas desde las cinco de la tarde que partió de la ciudad en su auto, debido a que su despistada y ociosa secretaria olvidó confirmar la reservación de su vuelo, y ella con un gesto apenado le comunicó de este percance justo cuando estaba por finalizar su jornada laboral. No teniendo otra opción, y a fin de llegar a tiempo a la reunión que definiría su futuro, decidió emprender el viaje en carretera. Puso su maleta en el baúl del carro, compró algunas bebidas energizantes y salió, no sin antes dejarle muy en claro a su secretaria que estaba despedida.

¿Estaba arrepentido por haber, impulsivamente, realizado el viaje? Por supuesto que lo estaba, esos días estaban siendo muy difíciles, debido a la gran carga laboral que lo dejaba con pocas horas de sueño; así que era consciente de su imprudencia, y también de su mala decisión al elegir no contratar a un conductor que lo llevara a su destino, pero los números rojos en sus cuentas bancarias no le dejaron otra opción que darse a sí mismo el servicio de viaje.

Tomó la última bebida energizante, era de noche, poco más de las siete, pero el cielo se veía tan oscuro que pensó que el reloj le estaba mintiendo. Sabía que no debía seguir conduciendo, pero tenía prisa, por lo que su terquedad lo llevó a pisar el acelerador en lugar de ir más despacio. Lo inevitable lo alcanzó unos kilómetros después, cuando un animal se cruzó en su camino, el cual causó que perdiera el control del auto y que este se desviara del sendero para irse a estrellar contra un árbol. El impacto fue tan fuerte que todo lo que pudo alcanzar a ver, antes de que su visión se nublara por completo, fue el color rojo intenso descendiendo de su frente.

Finalmente, perdió la consciencia.

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Si de opciones se trata, entonces sí, efectivamente la ruta más corta siempre supondrá ser la más rápida, pero tienes que ver el mapa completo para afirmar que esa será la mejor elección, de lo contrario, lo único que conseguirás es perder no solo tu oportunidad ganadora, sino a ti mismo, y todo por culpa de no querer ver más allá de lo que te muestran.

Recuerda, la pereza es la madre de todos los vicios.

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El lado derecho de su rostro dolía al igual que su cuello, intentaba poner sus pensamientos en orden al tiempo que lentamente abría sus ojos, solo para descubrir que se había quedado inconsciente sobre el volante. Miró a su alrededor en busca de alguna pista, recordaba haber estado conduciendo por un sendero irregular y algo salió de la nada para hacerle perder el control.

"¿Un animal?", dijo para sus adentros.

Una parte de la cabeza le punzó tanto que le sacó un fuerte quejido de sus labios. Por inercia, su mano acarició la zona dolorida, manchándose de un líquido rojo, casi vino tinto y espeso.

—¡Mierda! —masculló al darse cuenta de que estaba sangrando.

Como pudo bajó del auto, pues su cabeza no era la única dañada, también su pierna había sufrido el impacto, lo que le impedía caminar correctamente.

Se percató que las luces del carro, que no se encontraban quebradas, parpadeaban, el parabrisas estaba totalmente destrozado y toda la parte delantera, en donde se encontraba el motor, junto al bomper, estaba completamente arruinado. Le sería imposible salir de ahí sin llamar a la grúa, así que palpó los bolsillos de su pantalón y de su abrigo para sacar el celular, pero no lo halló, por lo que tuvo que volver a meterse dentro del coche, encontrándolo en el asiento contiguo. Marcó el número del seguro; sin embargo, se dio con la sorpresa de que no tenía señal, y debido a ello, la llamada no podría realizarse.

The end of the HallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora