Resumen de lo publicado: El Doctor Extraño, advertido por Madame Webb de que una misteriosa entidad está tratando de alterar el pasado para evitar que él mismo llegue a convertirse en el Hachicero Supremo, ha logrado superar varias situaciones de peligro con la ayuda de diversos superhéroes. Sin embargo, su desconocido enemigo ha ido demasiado lejos esta vez: descubierta la intervención de Madame Webb, ésta se halla en peligro mortal. Sin tiempo que perder, el Maestro de las Artes Místicas corre a enfrentarse a su némesis y dejar el asunto zanjado de una vez por todas, para bien o para mal.
Los intuitivos mandos de la máquina del tiempo del Doctor Muerte estaban programados para llevarlo a la residencia de Madame Webb, en Salem (Oregón), a la línea temporal presente desde la que había partido al principio de su aventura. Tal vez fuera demasiado tarde ya, pero Stephen confiaba en que tan solo se tratara de una trampa para atraerlo hasta allí, con lo cual no tendría sentido dañar a la telépata. Sin embargo, al no saber contra qué entidad se las tendría que ver, la duda comenzaba a corroer su ánimo como el ácido un trozo de carne. El torbellino caleidoscópico que danzaba ante sus ojos, como si se encontrara en el interior de una loca montaña rusa, se desvanecía a la velocidad de la luz a medida que se aproximaba a su objetivo. Pronto tendría lugar la confrontación final.
El carrusel se detuvo en el zaguán de una casa que reconocía como la vivienda de Cassandra Webb. La anciana, aquejada de miastenia gravis, nunca la abandonaba en la medida de lo posible, pues disponía allí mismo de todo lo necesario para el tratamiento de su dolencia: bombas infusoras de analgésicos, que infundían las drogas directamente en su torrente sanguíneo y en su espacio epidural de manera continua. Al bajarse de la máquina del tiempo, no percibió con sus sentidos terrenales nada anómalo, mas su consciencia interior clamaba ante la presencia de un ente paranormal que impregnaba las paredes con su maligna esencia.
—¿Cassandra? —llamó Extraño, aventurándose por la escalera que describía una curva ascendente hacia la planta superior, donde sabía que se encontraban los aposentos de Madame Webb—. ¿Estás ahí?
Ninguna respuesta secundó su llamada, pero de pronto sintió que el estómago se le volvía del revés. Agarrándose al pasamanos de madera noble para no caer, se dobló sobre sí mismo y cayó presa de una sensación de nausea irreprimible. Las luces titilaron tres veces hasta extinguirse y toda la casa pareció girar sobre un eje invisible. Una bruma azulada, fosforescente y fantasmagórica, ascendió desde los escalones de mármol, envolviéndolo como un sudario etéreo. Cerró los ojos, aquejados de una pesadez intolerable, y sus músculos dejaron de sostenerlo.
Cuando los abrió de nuevo, descubrió que se encontraba sujeto mediante cadenas, cuyos eslabones parecían estar forjados de cristal verdoso, a una columna que nacía en el suelo de piedra y parecía perderse en la oscuridad, muchos metros por encima de su cabeza. A lo largo de la columna estaban esculpidos los rostros grotescos de cientos de almas torturadas, quizá miles, en expresiones que competían entre sí por reflejar la máxima expresión de horror, locura y miedo. Ante sí pudo distinguir, surgiendo de la bruma, una pasarela de piedra húmeda que ascendía desde el abismo describiendo absurdas curvas donde reposaban jaulas conteniendo esqueléticos prisioneros. Todos estaban inmóviles, con expresiones de la más completa desesperanza en sus rostros demacrados. A lo largo del puente demencial, avanzaba una siniestra figura de cabellos revueltos, embozada en una raída capa de tejido basto. A medida que se acercaba, la insana palidez de su rostro y la maldad implícita en su mirada enfermiza despejaron las dudas que Extraño aún pudiera albergar respecto a su identidad: se trataba del Amo del Reino de los Sueños, uno de sus más viejos enemigos... ¡Pesadilla!
—Vaya, vaya —dijo con su insidiosa voz meliflua, como la de un ghoul que tuviera la garganta empapada en almíbar—. Eres duro de matar, eso te lo concedo. Pero parece que al final me saldré con la mía... ¡Mírate! Indefenso como un niño, atado a la Columna de la Desesperación y sin escapatoria posible.
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Doctor Extraño 6: Una voz en la oscuridad
FanfictionFinaliza la saga en la que el Doctor Extraño viaja por la corriente temporal para evitar que un misterioso enemigo evite que se convierta en el Hechicero Supremo. ¿Quién será la poderosa entidad detrás del complot?