−Mi nombre es Martina Stoessel, pero me puede decir Tini, señor− sonrío tendiéndole la mano.
−Señorita Stoessel, bienvenida− dice con desgana sin apartar su mirada de la computadora.
Confundida bajo mi mano.
−Espero que no vuelva a venir con esa rid...
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Pov Úrsula👠
Elegancia y sensualidad: dos palabras que me describen a la perfección y hago que cada día se muestre de distinta manera.
Mientras camino por el amplio hall haciendo resonar mis tacones, me retiro las gafas oscuras y examino el entorno.
Silencio.
Esto tiene nombre y apellido.
–El ogro ya está aquí ¿No?– sonrío al ver como mi asistente se acerca con rapidez.
–Sí, y nuevamente está de mal humor– suspira pegando las carpetas que tiene en las manos a su pecho.
–Buenos días señorita Úrsula– dicen al unísono los empleados que pasan con rapidez por enfrente nuestro cuando entramos al ascensor.
–Buenos días muchachos– respondo encendiendo mi celular –Yo debería de estar malhumorada, hasta parezco su secretaria intentando conseguirle una esclava– gruño.
–La última se fue echa un mar de lágrimas...no quise indagar mucho, pero se veía destrozada– presiona el botón del último piso y las puertas se cierran.
–Es un idiota, ya se lo eh dicho miles de veces. ¡Ni siquiera se presenta a las entrevistas! ¿Y piensa que encontraré por arte de magia a una secretaria que lo aguante? Por Dios...
–Tranquila, puedo seguir estando de plan B si me necesita– encoje los hombros.
–Por supuesto que no– digo ofendida –Dennis, tú eres MI asistente, no la de él. No tienes porque agobiarte al ayudarnos a los dos, suficiente tienes conmigo.
Ella sonríe en respuesta y la puertas del ascensor se abren.
Todos se giran a vernos, es algo que pasa todos los días.
–¿La nueva ya llegó?– miro mi reloj de muñeca.
–No, estaba por llamarla para confirmar su asistencia.
Tiene solo 15 minutos.
–Hazlo, yo iré asegurarme que las modelos para el nuevo comercial ya llegaron– le guiño un ojo juguetona, a lo que ella se ríe con gracia.
Cambio mi rumbo y camino hacia la sala de publicidad, pero un chico con dos cafés en sus manos se me atraviesa casi chocando conmigo.
–¡Lo-lo siento! No quise...– tartamudea levantando la vista.
–Eres nuevo, se nota– alzo una ceja y le quito uno de las bebidas.
–S-sí– asiente tragando grueso e intenta acomodar sus gafas, demostrando como sus manos tiemblan.
–Te regalaré dos consejos– me acerco a su rostro coqueta –Uno: no mires mi escote.
