Capítulo 25: El charco del infierno

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Schiltach, Alemania
22 de Septiembre del 2021
01:30 am

Erik Friedrich

Soy un ciervo en medio de leones hambrientos, necesitaba encontrar respuestas para poder tener pruebas contra aquellos demonios que destilan maldad y miedo a los más indefensos. Supe que si atacaba al eslabón vulnerable, todo se vendría abajo, generando el mismo efecto domino, si cae una pieza las otras también lo harán por inercia. Quebrante la privacidad de mi hermanastro, me adentré a las tinieblas de sus aposentos, después de varios segundos descubrí algo bastante perturbador, un libro antiguo color negro deteriorado yacía en la caja fuerte, elaborado como si la misma muerte lo hubiese traído del inframundo, una estrella negra de cinco puntas me daba la bienvenida y al lado se encontraba una vara de madera tallada delicadamente con simbología desconocida pero que sin duda escondía un gran significado, sé que no son simples garabatos, debo traducirlo pronto para poder entender la magnitud del problema, tantos secretos que necesitan ser revelados.

Lastimosamente no estaría seguro en mi propio hogar, por ende la única opción inteligente era huir y esconderme hasta determinar que el área fuera segura. Los misterios que abriría serían catastróficos, más de uno se vería perjudicado, ellos no permitirían que expusiera sus temibles pecados. Sin tiempo que perder, tome algo de ropa, dinero, pasaporte y deje una nota donde le detallaba a mi madre una piadosa mentira diciendo que me iría por unos días a reflexionar un poco de la vida. Salí de la mansión, pensé en usar algún vehículo pero recordé que todos poseen incrustados el GPS así que no tendrían problema en rastrearme. Empecé a correr como un loco desesperado por las calles de este maldito pueblo, no tengo amigos a los cuales pueda acudir para pedir ayuda, nadie aceptaría darme posada después de todo los monstruos no son bienvenidos en ningún lado.

Me detuve cuando supe que no podía seguir utilizando el celular, podrían intervenir las llamadas que hiciese y claramente todo hubiese sido en vano. Llegue a la única tienda abierta, compré comida enlatada, cuerdas, una bolsa de acampar, linterna y demás objetos que me ayudarán a sobrevivir. Antes de irme le hice una gran oferta al vendedor que indudablemente acepto el trato sin ningún tipo de objeción, después de todo nadie se atreve a negar en intercambiar una reliquia electrónica por la última versión de iPhone. Di las gracias y seguí mi camino, la última parada es llegar a casa de Miykal Lawler para enseñarle lo que he encontrado. Estamos juntos en esto aunque ella no recuerde con exactitud mi nombre ni tampoco sepa lo que sucedió cuando piso por primera vez suelo alemán, he decidido no abrir el libro hasta estar con ella, sus páginas aún están selladas, es misión de los dos descubrir los escalofriantes secretos demoníacos, solo espero que pueda volver a la normalidad y su mente no la siga jodiendo más.

El amanecer sucederá muy pronto, los grillos arrullan el bosque y mis pies comienzan a suplicar que descanse por lo menos unos minutos para poder retomar con éxito mi destino. Nunca había imaginado que este día terminará de esta manera, tan extraordinaria y extraña. Estoy comenzando a dudar si es correcto todos estos actos impulsivos que cometo, tal vez solo se trate de un diario bastante satanico, honestamente no me sorprendería viniendo de Edmon Eichmann ni de sus amigos pues son demonios escondidos y no me refiero a que tengan cachos o cola, eso solo es una forma de describir al mal en persona, se le da una cara y un cuerpo al animal para poder diferenciarlo con facilidad de los demás. La tentación no se ve en almas mortificadas sino en aquellas que logran acaparar la atención y excitación. Para poder atrapar necesitas manipular, engañar, jugar contra toda adversidad.

Se ven perfectos pero todos tenemos defectos, algunos son liberados por la desesperación mientras otros permanecen escondidos por miedos trastornados imposibles de olvidar. Riquezas los adornan, se visten con sacos y corbatas sofisticadas, caminan como si fueran provenientes de la realeza, aparentan ser criaturas majestuosas ocultando arañas que tejen sus podridos corazones para que puedan seguir latiendo a pesar de que estos se encuentren muertos. El año pasado, exactamente una tarde de invierno, estaban los seis engendros del mal reunidos en nuestros aposentos. Los observaba desde mi habitación, hablaban en otro idioma y puedo jurar que vi cuervos revoloteando aunque sabía que bien podía ser solo mi imaginación pues no encontraba explicación alguna del por qué  aquellas aves horrorosas estarían dentro de tan elegante mansión sin embargo ahora sé que todo puede suceder, lo irreal se convierte tangible y viceversa, no hay límites ni lógica cuando se trata de ellos.

MI SANGRE EN SUS MANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora