Capítulo 19: Verdades

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=Astrid=

Lleganos por la tarde al pueblo, miraba a través de la ventana y pensé que revivia un deja vú. El día claro, con tranquilidad y la ventana un poco abierta. Sonreí de lado, hace tanto que deseaba estar así de tranquila, sin preocupaciones o enojos con mi padre, solo soy una chica normal que fue a dar un paseo con los ahora sus agotados amigos.

Ojala durara para siempre.

Cuando llegué todo estaba normal, la casa estaba en completo silencio hasta que le grité a mi papá que había llegado y me fui a la sala a apreciar lo que antes no hacía, como el exquisito sillón y sus comodidades.

Como extrañé el sillón.

—¿Cómo te fue?—me preguntó desde la cocina

Tire mi bolso al suelo sin piedad y me deje caer como un saco de papas al sillón boca abajo.

—No volveré a acampar en toda mi vida

Escuché su risa burlona, como si se esperara que dijiera eso, me senté con una ceja alzada.

—¿Qué es tan gracioso?—pregunté

Él respondió, pero no le puse atención, ya que toda se fue a unas cartas sobre la mesa. Las empecé a revisar sin buscar nada en particular, si vamos a estar en deudados me gustaría saberlo, pero desearía que lo estuviéramos cuando vi esa carta, no... Ese nombre.

Me restregué los ojos por si habia visto mal, hice memoria por si me estuviera confundiendo, pero no, ahí la traición de mi propio padre en una maldita carta, tuve la sensación que mi cara se deformo por la rabia, la impotencia y el hecho que no le puedo sacar la cabeza a mi papá. Como me gustaría hacerlo.

—Papá!—lo llamé tratando inútilmente de sonar normal

—Hum

Se recostó en el marco de la puerta con una sonrisa, probablemente venia a preguntar si tengo hambre, pero todo el apetito se fue a la borda y su cara antes tranquila se lleno de pánico, sus ojos no dejaban de ver el papel que tengo en la mano.

—¿Qué es esto?

Olviden lo de tranquilidad.

Le enseñé la carta en mis manos, no esperaba una respuesta, sabía lo que contenía o al menos una idea, él tampoco me habla. Lo mire a los ojos traicioneros que él tiene... ¿Cómo lo hizo?.

Al fin el logra mirarme después de un tortuoso minuto donde él piensa si va a darme una explicación, si por lo menos tratara de arreglar la situación, pero por cada segundo mi ritmo se acelera, mi estómago se volvio un nudo y la garganta me ardia del coraje.

—¡¿Por qué tiene su nombre?! —pregunté—. ¡Ay! Pero que pregunta más estúpida, debería preguntar el ¡¿Por qué te hablas con ella?!

Su mandíbula se tensó, por su bien espero que no me mienta. Él esquiva mi mirada pensando si en responder o no.

Así nos quedamos otro minuto más, donde espero que sea honesto conmigo, por lo menos una vez, donde el al fin me pida perdón por su estupidez, exhalo por la nariz como un toro conteniendo toda las ganas de gritarle en toda la cara.

—No me hablo con ella, solo me quiere decir algo importante que le sucedió—respondió sin una pizca de importancia—. Ni siquiera sé lo que sucedió entre ustedes

—¡Ella me arruino y eso debería ser suficiente para ti! —espeté con la coraje llegando a su límite—. ¡Además está claro que se hablan o sino no sabria la dirección o no sabrías lo que hay en la carta!, pero olvídalo, ¡es obvio que no te importa!

Un Misterio en BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora