1 🔥 Connotaciones

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Misao llegó a la dirección que él le había dado. Miró aquella mansión. Una casa gigantesca, de ensueño, con un precioso jardín bastante cuidado cubierto de un verde césped lleno de rosas, flores silvestres y hasta un par de árboles. A la luz de la luna, y de un par de farolas, tenía incluso un aspecto antiguo y lúgubre.

Dio un par de pasos hasta entrar en el jardín. Cruzó el camino de piedras que llevaba hasta la puerta principal y llamó a la aldaba que tenía por forma el rostro de Medusa. Aquellos pequeños golpes resonaron por toda la casa y, a continuación, se oyeron un pasos cada vez más cercanos, hasta que la puerta se abrió.

-Buenas noches - sonrió aquella chica.

Misao la miró. Iba envuelta de pies a cabeza en vendas y llevaba un vestido corto, con capucha y mangas, de color rosa.

-Señorita Takatsuki, encantada de conocerla - contestó Misao, seria.

-Vaya, ni has hecho una reverencia... me gustas - sonrió la escritora. - Puedes llamarme Eto.

La chica se hizo a un lado y Misao entró. Miró, sin disimular, la casa mientras se adentraba.

-Eto... ¿ese es tu nombre? - Preguntó mientras se acercaba a una estantería repleta de libros, todos firmados con su seudónimo. - ¿Tu verdadero nombre?

-Así es - asintió ella. Se acercó hasta la chica y sonrió al ver que miraba sus libros. - ¿Has leído alguno?

-Ni los he leído ni los voy a leer - contestó tranquila. Terminó de cotillear y la miró. - No me gustan los libros.

Eto rió. Misao pensó que, a lo mejor, el comentario la ofendía, pero no fue así.

-Eres exactamente como él me dijo - respondió la de vendas. - Ahora eres una chica mala.

-Siempre lo he sido, ser así está en mis sangre, ¿no? - Sonrió Misao.

-Tu sangre... me gustaría hablar de eso -  pidió Eto.

La chica caminó hasta su salón y se sentó en uno de sus amplios sillones de piel marrón. Misao fue tras ella y se sentó en el sillón de en frente. Bajó la mirada hasta una mesilla que las separaba, donde había un mando a distancia, un libro a medio leer y un bol lleno de ojos.

-¿Una chuche? - Ofreció Eto.

-Papá siempre me dijo que no aceptara caramelos de los desconocidos... - murmuró mientras cogía uno. - Pero lo que papá no sabía es que él era un desconocido para mí.

-Padres... ¿qué me vas contar? - Rió la otra, cogiendo un ojo.

-Él me ha dicho que eres de fiar, que te diga todo lo que preguntes - dijo Misao. - Así que, ¿qué quieres saber? Tengo demasiado que contar.

-No quiero empezar de una manera tan fría, esto no es una entrevista - contestó Eto. - ¿Por qué no empiezas contándome lo que quieres? ¿Qué hay en tu lista de Papá Noel, Misao?

-Tres cosas - respondió la chica. - Primero, ver el mundo arder. Segundo, destrozar a Kichimura Washū. Tercera... no, no tengo una tercera. Solo era eso.

-¿Destrozar? - Preguntó Eto. - "Destrozar" no es lo mismo que decir "matar", "acabar" o "eliminar". "Destrozar" lleva unas connotaciones emocionales.

Misao frunció el ceño, se cruzó de brazos y apoyó la espalda en el mullido respaldo del sillón. Eto sonrió internamente al percatarse de su actitud, un tanto infantil.

-¿Te unirás al Aogiri? - Preguntó ella. - Sabes las consecuencias que eso podría conllevarte, ¿no?

-Lo sé - respondió cogiendo un ojo y mordiéndolo. - La CCG es algo que también me pone un poco de los nervios... puede que acabar con ella sea mi tercer objetivo.

-Si te vas a unir al Aogiri, vivirás y dormirás aquí - ordenó Eto.

-¿Quieres vigilarme? - Preguntó Misao con una sonrisa algo burlona y una ceja levantada.

-¿Algún problema? - Contestó la otra, cogiendo un ojo.

-Ninguno - negó la chica.

-Mañana por la noche hay reunión en el Aogiri, te presentaré - dijo Eto. - ¿Cuál es tu nombre de ghoul?

-Burning Angel - contestó Misao.

-¿Por qué? - Preguntó la chica.

Misao se levantó y activó su kagune. En los ojos de Eto se reflejaron dos alas de fuego de una envergadura de unos 2 metros, gigantescas y preciosas.

-Me encanta, hacía tiempo que no veía un kagune tan bonito - sonrió ella. - Dime que lanzan llamas.

-Por supuesto - rió mientras que hacía que desapareciera. Se volvió a sentar.

Se hizo un silencio y Misao se dio cuenta de que Eto no aguantaba más sin obtener la información que quería. Se acercó al bol y cogió el último ojo.

-¿De qué quieres que hable? - Preguntó la chica.

-Empieza por V - pidió Eto. - Se objetiva, por favor.

-V es una organización cuyo objetivo es mantener el equilibrio, su equilibrio, entre ghouls y humanos - comenzó Misao. - Desde que apareció el Aogiri, ya no es que hagan demasiado, pero son fuertes, muy fuertes. Tienen una relación bastante directa con el Jardín del Sol Blanco y, por tanto, con la cúspide de la CCG.

-Los Washuu... - murmuró Eto con una sonrisa. - ¿Los Washuu forman parte de V?

-Sobre todo los hombres, y alguna mujer humana - contestó la chica.

-Tú no eres humana - afirmó la otra, solo para asegurarse.

-No, no lo soy - respondió Misao.

-¿Sabes si hay algún ghoul de un ojo? - Preguntó Eto.

-¿Cíclopes? No - rió la chica. - Tú eres el primero que conozco, y supongo que el último.

-No supongas tanto - sonrió la escritora. Misao funció el ceño, extrañada por la respuesta. - ¿Conoces o conociste a un tal Kuzen?

-¿Kuzen? - Preguntó. - ¿Kuzen qué más?

-Con solo "Kuzen" debería bastar - contestó Eto.

Misao sonrió y la miró a los ojos.

-Los apellidos son importantes, Yoshimura - dijo Misao. - Es la mierda que heredamos, lo que pensarán los demás de nosotros al oírlo.

Eto se levantó, pero no perdieron el contacto visual.

-Nos vamos a llevar muy bien - sonrió la escritora. - Ya es tarde, deberías irte a dormir.

Misao se levantó y asintió.

-Buenas noches, Eto - dijo ella. - Ha sido un placer conocerte.

-Igualmente, Lucifer - contestó la escritora. - Me recuerdas a su figura, un ángel caído del cielo.

Día Siguiente

-Qué seas un inútil no es mi culpa - gruñó Ayato. - Haz lo que te pido, cuando te lo pido y como te lo pido, ¿te queda claro?

-Sí - asintió Banjou.

-Más te vale - advirtió el chico.

"Maldito niñato", pensó Banjou.

Ayato se dio media vuelta, pero al hacerlo se chocó con una chica.

-Serás estúpido... casi me tiras el café - gruñó ella.

Ayato la miró y no pudo evitar sonreír. Tenía el pelo negro y largo y los ojos color ámbar, con un aura misteriosa y peligrosa. Era, más o menos, igual de alta que él, y tenía su misma edad, 16 años. Bajó la mirada por su cuerpo, lo que, obviamente, ella notó.

-¿Podrías dejar de mirarme? - Preguntó Misao.

-Perdona, no trataba de incomodarte - mintió Ayato.

La chica rodó los ojos y se dio la vuelta.

-¿Y esa quién es? - Preguntó Banjou, pero Ayato no le escuchó, estaba demasiado ocupado mirándola.

ANGEL, GODS & MONSTERS 🔥 Ayato Kirishima/Nimura FurutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora